Raro es el momento del año en que en el campo llueva a gusto de todos. Una de las últimas polémicas, al menos en el rural andaluz, es la que enfrenta a cazadores con olivareros y agricultores en las últimas semanas. Al punto de que los primeros consideran que una de las actividades en el olivar se convierte en una “trampa mortal para muchísimas especies”.
A lo que se refieren los cazadores, en palabras de José Antonio López, coordinador del Servicio Técnico de la Federación Andaluza de Caza, es a los trabajos de siega y desbroce que se llevan a finales de primavera y verano en los olivares.
Esta medida, advierten, se convierte en un problema para la cría y nidificación de aves como la perdiz, que anidan en el suelo, lastrando así la supervivencia de éstas en un momento crucial de la temporada.
En este sentido, la Federación Andaluza de Caza ha remitido un escrito al consejero de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural, Ramón Fernández-Pacheco, instándole a que estas labores en el olivar estén prohibidas de realizar antes del uno de julio, lamentando la “importante mortalidad por culpa de estas prácticas”.
De tal modo, la Federación apunta a un compromiso previo que las autoridades autonómicas ya habrían adquirido en 2022 como se trata del Pacto Andaluz por la Caza. Por esta razón, la Federación lamenta también que un magnífico año hidrológico en el campo andaluz acabe siendo una mala noticia para muchas de las aves con rentabilidad cinegética de los cotos autonómicos.
Al haber tenido una gran pluviometría, son muchos los olivares que lucen más lustrosos que nunca –sobre todo, en comparación con los últimos años–, presentando cubiertas vegetales espléndidas que suponen refugios para aves, además de para otros animales.
“Esta situación representa una trampa mortal para muchísimas especies, que no sólo perderán de golpe su hábitat en época de cría, sino que además verán mermadas directamente sus poblaciones”, es el SOS que lanzaba José Antonio López.
No es, no obstante, la primera vez que la polémica de las cubiertas vegetales sale a relucir en el agro español. Este tipo de capas, generalmente de flores y prado, permiten un mayor mantenimiento del agua y una reducción de la evaporación en los olivares, pero también supone, especialmente en años complicados a nivel hidrológico, una competencia directa de este tipo de plantas frente a las necesidades de los muy exigidos olivos.
Por eso, la Federación Andaluza de Caza ha vuelto a poner sobre la mesa el éxito del proyecto Framework, un programa piloto en cotos cordobeses donde se comprobó que con cubiertas vegetales permanentes se podría mejorar la densidad poblacional de las aves cinegéticas y, además, no perjudicar a la producción de aceituna.

Esta es una de las razones por la que consideran que las cubiertas vegetales no solo no serían dañinas, sino que serían beneficiosas para el olivar andaluz y, por extensión, para la caza. Motivo por el que ahora exigen al gobierno autonómico que paralice las tareas de desbroce y siega en los campos andaluces al menos hasta el uno de julio.
Sin embargo, los agricultores no las tienen todas consigo. Además de que las cubiertas vegetales son uno de los objetivos prioritarios de la PAC para subsidiar determinados cultivos. No son pocos los que explican que en el secano del centro de España hay más dificultad porque “el suelo en zona de menos disponibilidad hídrica y pueden poner en riesgo la producción agraria”. Sea como fuere, queda en el aire cómo se resolverá el conflicto, pero la pelota está en el tejado de la administración de la Junta.
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