Podríamos decir que en España estamos ya curados de espanto en cuanto a la sequía se refiere. Una problemática que lleva tiempo haciendo mella en nuestro país, agudizada hasta extremos críticos en los últimos años. Y, sin embargo, esta primavera nos deja un panorama europeo difícilmente imaginable hasta fechas recientes, con media Europa bajo amenaza y una España que ha pasado de amarilla a verde.
Las intensas y frecuentes lluvias que han regado nuestros suelos durante los meses de marzo, abril y mayo, han transformado el paisaje español regalándonos una imagen con la que pocos ya contaban tras un 2024 nefasto en cuanto a recursos hídricos. Tanto es así, que nuestro país ha pasado de verse desde el espacio teñida de verde en gran parte de su superficie.
Pero mientras en España respiramos con más tranquilidad con el optimismo renovado en el sector agrario, la situación se invierte en gran parte del resto de Europa. Países donde tradicionalmente han disfrutado de abundantes y regulares lluvias todo el año, con sus típicas primaveras pasadas por agua, están ahora bajo la amenaza de sequía.

Se ve claramente en el mapa compartido por el Observatorio Europeo de Sequía (EDO, por sus siglas en inglés), perteneciente a la Comisión de la Unión Europea. Un mapa que nos muestra el estado más reciente de la sequía en toda Europa utilizando un indicador combinado de datos de sequía, que deja a la Península Ibérica casi limpia, mientras extiende una masa de colores amarillos y naranjas, con puntos rojos, por el centro y norte de Europa.
El Indicador Combinado de Sequía (CDI) muestra condiciones de sequía de advertencia en la región del Mar Báltico, Irlanda, el Reino Unido, el norte de Francia, el Benelux, varias regiones de Alemania, algunas áreas en las laderas septentrionales de los Alpes, Polonia, Chequia, Eslovaquia, Bielorrusia, la mayor parte de Ucrania, el sur de Rusia, el centro y oeste de Rumania, Bulgaria, algunas regiones de Grecia, pequeñas áreas de los Balcanes occidentales, Chipre, la mayor parte de Turquía, Malta y las islas del sur del Mediterráneo.
El EDO también advierte que algunas zonas mediterráneas del sudeste español continúan sometidas a condiciones de sequía de alerta persistente, pero la mayor parte de la Península Ibérica muestra condiciones normales o de recuperación.
Lo que más llama la atención, sin duda, es comprobar de un vistazo cómo amplias zonas de países europeos que solemos asociar con una naturaleza verde y frondosa, se enfrentan directamente a las duras consecuencias que tiene la sequía cuando, además, se prolonga en el tiempo. Las escasas lluvias que han tenido esta primavera en países como Irlanda, Reino Unido, Alemania o Bélgica aventuran un verano muy seco, situación que ya se ha dado en temporadas estivales anteriores.
Es todavía pronto para aventurar un cambio de tendencia a corto plazo, pero el cambio climático parece estar dejando una meteorología extraña con fenómenos inusuales a los que no nos va a quedar más remedio que adaptarnos. El sector agrario ya lleva tiempo advirtiéndolo, y la consecuencia más directa será, muy probablemente, cambios en la distribución de regadíos en Europa.
Imágenes | Comisión Europea