La cocina blanca ya no es el lenguaje universal del diseño. Lo que una vez fue símbolo de pureza y amplitud, hoy se percibe como un lienzo vacío, incapaz de reflejar personalidad o carácter. Frente a esta uniformidad, surge una tendencia mucho más audaz: cocinas llenas de color, capaces de emocionar desde el primer vistazo.
Este cambio no es caprichoso, lo respaldan informaciones como las de The Kitchn, que señalan cómo tonos joya como verde esmeralda, rojo vino o azul profundo están ganando terreno, especialmente en contraste con elementos neutros. Se trata de cocinas con firma, donde cada color cuenta una historia visual.
Y lo más interesante es que estas cocinas no se limitan al total look. Pueden empezar con una isla pintada, un mueble destacable o un backsplash vibrante. Ese punto de color rompe la monotonía, genera impacto y permite mantener equilibrio con tonos más sobrios en el resto del espacio.
Más calidez y profundidad
Atrás quedan los días en que el blanco y el beige dominaban mesas y armarios. Hoy quienes diseñan prefieren tonos ricos, como burdeos u ocres apagados, que aportan calidez y profundidad, alejándolos de la paleta clínica del pasado.
El contraste cromático con muebles o elementos en tonos tierra o madera natural potencia la elegancia. El verde oliva apagado o el marrón canela combinan con mármoles claros y encimeras discretas, generando elegancia sin estridencias.
Para quienes buscan dar un salto visual mayor, el azul cobalto o amarillo mostaza en islas o partes concretas de la cocina funcionan como acentos artísticos. No sobrecargan, sino que atrapan la mirada y generan dinamismo en espacios limpios.
El contraste también puede ser más sutil: combinar tonos profundos con frentes de muebles en negro mate o marfil suave aporta sobriedad y sofisticación, sin perder el impacto cromático.
Mejor no saturar
Al integrar estos colores intensos, conviene no saturar. Es mejor reservarlos para superficies importantes y mantener el equilibrio con líneas limpias y pocos elementos decorativos. El resultado es una cocina moderna y visualmente ordenada.
Las cocinas en tonos saturados también reflejan una tendencia hacia el bienestar emocional: diseñadores aseguran que vivir rodeado de colores profundos y envolventes (como verde o terracota) transmite calma y conexión con la naturaleza.
Además, pintar solo una isla o ciertos módulos permite una futura adaptación más sencilla, sin comprometerse a una reforma total. Es una forma inteligente de personalizar sin cerrar puertas al cambio.
El diseño de cocinas ha dado un giro: ya no se busca desaparecer, sino destacar con contraste, textura y emoción. Lo blanco sigue siendo válido, pero ya no es la única voz en el canto del diseño. Solo quienes se atreven con el color logran cocinas que realmente viven y emocionan.
Foto | Mark McCammon
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