La barbacoa es ese artefacto venerado durante los meses cálidos y luego abandonado como un trasto cualquiera. Pero en su interior se acumula más que nostalgia de reuniones: hay grasa requemada, bacterias invisibles y un aroma que, si no se controla, echa por tierra cualquier chuletón.
Limpiarla una vez al año no es un capricho, es una necesidad. Y no basta con darle un manguerazo rápido o pasar un cepillo de alambre al final del verano. Una limpieza real implica desmontar, revisar y actuar con productos que no dejen residuos de cualquier índole en contacto con los alimentos.
Actuar en frío
Lo primero es esperar a que esté completamente fría. Sí, parece obvio, pero no lo es tanto cuando hay personas ansias que enseguida quieren hincarle el diente a la limpieza. Después, hay que vaciar las cenizas, cepillar las paredes internas con un cepillo metálico y retirar los restos de carbón y grasa acumulados, especialmente en los rincones que no se ven.
Las parrillas merecen un tratamiento especial. Se pueden dejar en remojo con agua caliente y vinagre durante unas horas, para luego raspar con un estropajo. Si hay óxido, el truco es usar bicarbonato y una esponja de acero hasta que queden superficies limpias y seguras.
No a las manchas negras
El interior de la tapa también acumula residuos. Algunos creen que esas manchas negras son señal de experiencia, pero solo indican abandono. Con una espátula de cocina y un poco de jabón neutro se puede dejar como nueva, evitando siempre los productos abrasivos.
Si tu barbacoa tiene rejillas inferiores o bandejas recogegrasas, no las ignores. Son el epicentro de los olores desagradables y deben limpiarse con regularidad. Un cepillo de dientes viejo puede ayudarte a llegar a las zonas más difíciles de alcanzar.
Una vez todo esté limpio, es recomendable secar con un paño de algodón y aplicar una fina capa de aceite vegetal a las parrillas para evitar la oxidación. Así, cada nuevo uso empieza sobre una superficie preparada y segura.
Y por último, cúbrela bien cuando no la uses. Las fundas impermeables son aliadas esenciales contra el polvo, la lluvia y la oxidación. Porque una barbacoa bien cuidada no solo cocina mejor: también habla bien de quien la mantiene.
Foto | RDNE Stock project