Hay olores en casa que parecen invencibles. Los del cubo de basura, el del armario cerrado o el de las zapatillas deportivas no desaparecen con una vela aromática. A veces, ni con ventilación. Lo curioso es que la solución no está en un aerosol de diseño, sino en un bote blanco de aspecto modesto: el bicarbonato sódico.
Durante décadas, este producto se ha vendido como remedio para todo: acidez, limpieza, incluso exfoliante. Pero su eficacia para absorber olores no es una leyenda doméstica. Es ciencia.
En un tiempo donde se venden ambientadores con nombres imposibles y precios innecesarios, el bicarbonato destaca por su simplicidad y disimulo. No se necesita más en realidad: no disfraza el olor, lo elimina.
Su estructura química lo convierte en una sustancia capaz de neutralizar ácidos y bases, es decir, el origen real de la mayoría de los malos olores. Es una reacción molecular, no una ilusión olfativa como la de los ambientadores que solo superponen perfume al hedor.
Olores de la nevera
En la nevera, por ejemplo, basta con colocar un cuenco con bicarbonato al aire en una esquina. Ahí, silencioso, absorberá las emanaciones del queso, del ajo o de cualquier recipiente mal cerrado.
Es un clásico verlo en el interior de las neveras ejerciendo su silenciosa labor, también con el bote abierto sin ponerlo en ningún cuenco. Su efectividad puede durar hasta tres meses, después de lo cual solo hay que reemplazarlo, desechándolo.
Amplio recorrido en textiles
Pero su uso va mucho más allá. Un poco de bicarbonato en el fondo del cubo de basura puede evitar que el mal olor se instale. En los armarios, actúa como desodorante natural si se pone en una bolsita de tela o en un recipiente abierto. Y si se espolvorea en alfombras o colchones, absorbe la humedad y los olores corporales.
También puede añadirse al tambor de la lavadora cuando se lava ropa con olor persistente. No solo ayuda a eliminar el hedor, sino que potencia el efecto del detergente. El resultado: prendas más limpias y sin rastro de sudor o humedad. Es un truco especialmente útil para ropa deportiva.

En las zapatillas, unos minutos con una cucharada de bicarbonato en su interior bastan para notar la diferencia. Incluso en baños y zonas con humedad, el bicarbonato ayuda a mantener el ambiente más fresco, evitando los olores a moho que aparecen cuando la ventilación es insuficiente.
Frente a productos que prometen resultados inmediatos a cambio de fórmulas más agresivas, el bicarbonato representa otra filosofía: la de lo eficaz, accesible y no tóxico. No contiene fragancias artificiales, no mancha, no contamina. Es el tipo de solución que sobrevive al marketing porque simplemente funciona, pero sin artificios.
En tiempos donde lo natural está de moda, pero lo efectivo escasea, el bicarbonato sigue demostrando que no necesita rebranding ni influencers para ganarse un lugar en los hogares. Bastan hechos, un poco de conocimiento práctico y el deseo de respirar aire que huela a limpieza real. En realidad, su poder es el que hace de él una solución recomendada por muchos.
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