Con la llegada del frío, las chinches verdes o chinches hediondas (Nezara viridula) buscan refugio en los hogares españoles y, aunque su actividad suele ser mayor en primavera y verano, el invierno las empuja a entrar en casas y pisos en busca del calor de los hogares.
Estos insectos, temidos por agricultores por los daños que causan en los cultivo, pueden convertirse en una auténtica molestia dentro de los hogares: no porque piquen, sino por el olor penetrante que liberan cuando se sienten amenazados, capaz de provocar dolores de cabeza o incluso náuseas.
En realidad, convivir con estos insectos resulta todo menos agradable y que actuar a tiempo es fundamental para evitar una plaga. El mensaje principal es claro: antes de recurrir a insecticidas domésticos hay que saber que, además de ser potencialmente perjudiciales para las personas, suelen resultar ineficaces contra este tipo de chinches.
Cómo evitar que entren en casa
La recomendación se basa en la prevención. Instalar mosquiteras es una barrera eficaz, pero no suficiente: es imprescindible revisar y sellar las grietas alrededor de ventanas, marcos y pequeñas rendijas por donde puedan colarse, prestando especial atención a las rejillas de ventilación.
El vinagre y el agua son un repelente natural útil. Además de ser un limpiador habitual, su olor fuerte resulta desagradable para estos insectos, por lo que pulverizar zonas de acceso o limpiar de forma regular con esta mezcla ayuda a mantenerlos alejados sin químicos agresivos.
Qué hacer si ya están dentro
Cuando la chinche ya ha entrado en el hogar, el consejo es mantener la calma y evitar aplastarla: al hacerlo, el olor que desprenden es aún más intenso. El método recomendado es usar una aspiradora para recogerlas, vaciando la bolsa inmediatamente después para impedir que regresen.
Además, pueden usarse trampas de luz o recipientes con agua jabonosa que atraen y capturan a estos insectos sin riesgo. Una vez atrapados, deben sacarse al exterior para devolverlos a su entorno natural.
Un invierno sin sorpresas
Aunque su presencia pueda resultar inquietante, estas chinches no son peligrosas para la salud, pero sí molestas por su olor y por la rapidez con la que pueden multiplicarse si encuentran un lugar cálido donde quedarse. De ahí que la prevención, a base d esellar grietas, mantener limpios los accesos y usar repelentes naturales, sea la estrategia más eficaz.
Con pequeñas medidas y algo de vigilancia durante los meses fríos, es posible mantener la casa libre de estos visitantes inesperados y evitar que el invierno convierta la calefacción en un imán para chinches en busca de refugio.