Pocas tareas del hogar parecen tan rutinarias como meter una carga de ropa de cama y baño en la lavadora. Total, todo está sucio, todo necesita agua y detergente, ¿qué podría salir mal? Bastante, en realidad.
Y aunque parezca un gesto eficiente, lavar juntas las toallas y las sábanas es una receta para problemas de secado, desgaste prematuro e incluso malos olores. No son una pareja que se lleve bien dentro del tambor.
El primer motivo tiene que ver con el tiempo de secado. Las sábanas, más ligeras, se secan mucho antes que las toallas, que retienen más humedad debido a su densidad y grosor. Esto crea un desajuste: o bien se sobresecan las sábanas, dañando sus fibras, o las toallas quedan húmedas, generando el ambiente perfecto para el moho y los malos olores.
Según la empresa especializada 2U Laundry, el secado conjunto es como un baile mal coordinado: "No puedes tener un bailarín siguiendo una canción diferente que el otro. Todo acaba enredado. Y cuando la ropa se enreda, tarda muchísimo más en secarse". Ese enredo de telas no solo ralentiza el proceso, sino que aumenta el desgaste de las fibras.
Las toallas y las sábanas requieren ciclos de secado distintos. Las primeras agradecen un calor más prolongado para eliminar completamente la humedad, mientras que las segundas necesitan un secado más suave para evitar que se vuelvan ásperas o se encojan. Al unirlas, ninguna recibe el tratamiento ideal.
Cuidado con las pelusas
Otro punto a considerar es la transferencia de pelusa. Las toallas tienden a soltar fibras que se adhieren a las sábanas, especialmente a las de colores claros, dejándolas con un aspecto menos fresco. Esto no solo es una cuestión estética, sino que puede afectar a la suavidad del tejido.
Separar estas prendas también ayuda a mantener la higiene óptima. Las toallas, al estar en contacto directo con humedad corporal, pueden albergar más bacterias que las sábanas. Lavarlas por separado permite usar temperaturas y detergentes más adecuados para cada tipo de textil.
Aunque sea tentador meterlo todo junto para ahorrar tiempo, las consecuencias a largo plazo —desde sábanas ásperas y desgastadas hasta toallas húmedas y con olor— hacen que no valga la pena.
Lo mejor es organizar las coladas por tipo de tejido y necesidades de secado, asegurando que cada pieza reciba el cuidado que merece. La próxima vez que vayas a hacer la colada, recuerda: en el "baile" de la secadora, las sábanas y las toallas no deberían compartir pista.
Foto | RDNE Stock project