Los días en los que saco tiempo -y fuerza de voluntad- para practicar algo de ejercicio después de la jornada laboral, llego a la cena con un hambre voraz. El problema es que la ganas de complicarse cocinando no van a la par.
En mi búsqueda de elaboraciones que fueran sencillas, nutritivas, saludables y rápidas, además de apetecibles, hay una receta que ya se ha convertido en fija en casa. Los panecillos de avena y yogur son estupendos por su aporte nutricional para recuperar el organismo después de un esfuerzo, sin ser un bocado pesado ni lleno de ingredientes extraños.
Son también un bocado muy práctico y recomendable para cualquier ocasión en la que nos apetece un bocadillo o sándwich rápido que nos deje saciados sin digestiones pesadas, gracias a su mayor contenido en proteínas y fibra que un pan comercial corriente de supermercado. Y de las recetas de los llamados 'panes fitness' o bajos en hidratos es la que más me convence por su sabor, teniendo en cuenta que es uno de esos panes que no fermentan, como el pan de soda irlandés.
Harina de avena o copos de avena molidos, yogur y claras de huevo son los ingredientes principales, a los que podemos añadir especias, hierbas aromáticas, semillas o frutos secos a nuestro gusto. Quedan muy bien con una sencilla cobertura de semillas de sésamo y amapola, e incluso podríamos agregar tomate seco picado o pipas. En treinta minutos están listos.
Se pueden hornear en el horno convencional o en la freidora de aire, y el relleno va a nuestra elección según el gusto o las necesidades de cada cual. Aguantan bien varios días si se guardan en una bolsa hermética en la nevera, y son perfectos para congelar.
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