Las tartas saladas son nuestra debilidad, así que aprovechando que habíamos encendido el horno para otra preparación, horneamos una deliciosa tarta a los tres pimientos. A medio camino entre la clásica quiché y una especie de tortilla, sirve perfectamente para completar cualquier cena y llenarla de sabor.
Ahora ya es habitual encontrar en los supermercados el pimiento amarillo, que aunque de sabor parecido a sus otros dos compañeros, le aporta su toque dulce característico a la mezcla, así que os recomiendo que no prescindáis de él si queréis preparar este pastel salado.
Comenzaremos precalentando el horno a 180 grados centígrados. En un molde redondo de unos 23 centímetros de diámetro o uno alargado y estrecho, mejor desmontables, extenderemos nuestra masa quebrada y la pincharemos con un tenedor por toda su base. La cubrimos con un trozo de papel de horno y la rellenamos de legumbres secas, cociéndola durante diez minutos.
Mientras, picamos los tres tipos de pimientos y la cebolla en trozos menudos del mismo tamaño. Ponemos una sartén al fuego y echamos el aceite, salteando durante diez minutos las hortalizas, salpimentamos y las pasamos a un plato.
En un bol mezclamos la leche, la nata, el huevo, la yema y salpimentamos. Batimos toda esta mezcla y le añadimos el parmesano rallado. Añadimos las hortalizas y volcamos esta preparación encima de la masa quebrada. Horneamos durante treinta y cinco minutos.
Con qué acompañar la tarta de tres pimientos
La tarta a los tres pimientos resulta perfecta también cómo aperitivo. En estos caso en vez de presentarla entera yo la corto en cuadrados o tiras de bocado para que cada comensal pueda ir sirviéndose como un pincho. Lo ideal es servirla recién sacada del horno, pero a temperatura ambiente también sigue estando deliciosa.