Probamos el restaurante MasterChef (y creemos que tiene algo que enseñar al mundo de la gastronomía)

Probamos el restaurante MasterChef (y creemos que tiene algo que enseñar al mundo de la gastronomía)
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Aunque le demos caña a MasterChef, y a los más aficionados a la comida nos resulte cansina la dinámica del concurso, no se puede negar la importancia que el programa ha tenido para la promoción de la gastronomía española.

Durante siete años, MasterChef ha servido de escaparate en horario de máxima audiencia a todos nuestros grandes cocineros, pero además ha hecho que varias generaciones se interesen no solo por la cocina, sino también por lo que un buen restaurante tiene que ofrecer.

Y visitando su propio restaurante es como mejor se entiende la importancia del fenómeno.


Si la productora del concurso, Shine Iberia, no nos hubiera invitado a conocer el restaurante MasterChef no se nos habría ocurrido visitarlo. Al fin y al cabo, para los que estamos acostumbrados a comer mucho fuera, su oferta no resulta muy atractiva: basta ver la carta para encontrar platos que hemos probado en multitud de ocasiones, que mezclan todas las elaboraciones de moda en los últimos años.

Pero en cuanto entramos por la puerta nos damos cuenta de algo que nos gusta mucho y que, por desgracia, apenas se ve ya en los restaurantes de Madrid: el restaurante Masterchef está libre de esnobismo.

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Tartar de atún marinado con soja y cítricos con ajoblanco de raifort y perlas de yuzu.
Un vistazo a…
Sin miedo no hay pasión, Begoña Rodrigo, La Salita

Una puerta al mundo de la gastronomía

El público, muy variopinto, va emocionado a descubrir platos que, en la mayor parte de los casos, no ha probado en su vida, charlar un rato con los concursantes del programa –hay algún exaspirante todas las semanas– y escuchar como el amabilísimo servicio le explica detalladamente los platos.

Va, en definitiva, a disfrutar y dejarse sorprender, algo que no deberíamos dejar de hacer en todos los restaurantes, pese a estar rodeados de un insoportable postureo.

Desde luego, que anuncien tu restaurante todas las semanas en prime time ayuda a llenarlo, pero incluso en julio y agosto, sin emisiones del programa y en plena pandemia, era difícil reservar una mesa de un día para otro. Y para los fines de semana hay lista de espera.

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Verduritas de temporada con emulsión de apionabo. Correcto.

“La gente viene a ver el Rey León o al Real Madrid y al restaurante de MasterChef”, explica el jefe de cocina, José Gallent, que lleva un año al frente de sus fogones.

Gallent, que ha trabajado durante años en el grupo de Dani García, cogió el trabajo después de que cerrara el bistró Mr. Lupín, en el que trabajaba. Aunque sabe que sus elaboraciones tienen que ir en consonancia con el estilo MasterChef –todos las semanas hay un plato que se ha cocinado en el último programa–, está encantado con el trabajo: “Hay que saber hacer de todo y el equipo es excelente”. Se trata, además, de un proyecto desde el que se conoce a todos los mejores chefs de España, algo que nunca está de más para labrarse una carrera.

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Durante la comida estuvimos un rato charlando con Sito, el primer expulsado del último MasterChef. Su contrato con el programa incluye apartados como pasarse por el restaurante.

La comida no sorprende, pero es más que solvente

En nuestra visita probamos el menú degustación, que tiene un precio de 60 euros por persona e incluye una botella de vino por pareja.

Aunque ningún plato es especialmente sorprendente, todos están buenos, y se nota que, detrás, hay un equipo profesional y una buena selección de producto. Hay mejores menús gastronómicos por 60 euros, pero hay más que son peores.

El tartar estaba rico, el arroz en su punto (aunque algo pasado de sal, el único error señalable de la comida), el saam de merluza rebozada muy sabroso y el cochinillo jugoso y en su punto.

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El Saam de merluza Orly con mayonesa de café, lima y hierbas aromáticas es lo que más nos ha gustado de la comida.

Cualquier plato podrías encontrártelo en un menú de estas características en un restaurante, pero en pocos los camareros son tan didácticos con el comensal: bien porque se dan por sabidas muchas cosas, bien porque el cliente no quiere saber nada de lo que le cuenta el camarero. En el restaurante de MasterChef, al menos en el turno en que estuvimos, da la impresión de que hay un respeto al trabajo de la cocina y el servicio que ya quisieran muchos estrella Michelin.

“Los niños vienen emocionados”, nos cuenta José Luis Berrocosa, el eficiente camarero que nos ha atendido en nuestra visita que, se nota, lleva toda la vida en esto.

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El jefe de cocina del restaurante, José Gallent, y la encargada de este, Mariela Fernández.

Hemos buceado un poco en las críticas de Tripadvisor y encontramos comentarios como este: “El servicio muy amable, pero me llamó la atención que no eran ‘muy profesionales’, cosa que agradecí, porque eran muy cercanos a los clientes y bastante ‘campechanos’. Casi lo que mas me gustó”.

En realidad, el servicio es enormemente profesional y, por ende, cercano, pero se ha trasladado una imagen de la alta gastronomía que echa para atrás a toda la gente corriente que se animaría a visitar buenos restaurantes si no pensara que la alta cocina no es para ellos, que parecerá ignorante y va a estar rodeada de pijos (cosa que, en Madrid, suele ser cierta).

Pero la buena gastronomía es para todo el que quiera pagarla. Y, en este punto, haríamos bien en aprovechar el tirón que tiene MasterChef.

Datos prácticos.
Dónde: Calle de Velázquez, 150. Madrid.
Precio medio: el menú degustación cuesta 60 euros. De carta se puede comer por entre 40/50 euros. Vinos desde 19 euros.
Reservas: El el teléfono 910 864 792 y en su página web.
Horario: Cierra lunes y martes todo el día.

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