En cuanto empieza la temporada, me vuelvo loco haciendo pimientos asados en casa. Son baratos, cunden un montón y se les puede añadir a cualquier cosa. Intento hacer una tanda a principios de semana y tengo un táper de pimientos asados en la nevera que me dura toda la semana.
Me sirven para hacer bocadillos, para acompañar una tortilla de patatas, o añadirlo a las ensaladas. Pero resultan un comodín aún más sencillo para hacer tostas, que son súper socorridas para cenar en verano.
Pan tostado, aceite, pimientos y, por encima, casi cualquier cosa. Aunque, claro está, nada mejor para acompañar a esta hortaliza que las conservas de pescado.
Las anchoas, el bonito o el bacalao ahumado van que ni pintados, pero si hay algo que casa especialmente con los pimientos son las sardinillas en aceite. Estas de la foto son de calibre pequeño, de la conservera gallega Paco Lafuente: una delicia.
Pero no hace falta si quiera irse a una conservera gourmet como esta, en cualquier supermercado tienen buenas sardinillas y están siempre tiradas de precio. Un manjar accesible al que no siempre damos el mérito que merece.
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