Limpiar el rallador es una tortura: cómo usarlo con queso, jengibre o cítricos para no mancharlo

Limpiar el rallador es una tortura: cómo usarlo con queso, jengibre o cítricos para no mancharlo
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Entre los tipos de ralladores que merece la pena tener en casa, el rallador de estrella destaca como uno de los utensilios básicos más útiles. Ya comentamos que es el formato más adecuado para el queso cuando queremos que se funda con la salsa, y también es el más adecuado para rallar condimentos como el jengibre, la cúrcuma o el ajo. Pero tiene un problema: limpiarlo es una tortura. Por suerte, existe un truco que nos ahorrará la molestia de hacerlo.

Un rallador de estrella es aquel que presenta agujeros de pequeño tamaño -aunque los hay más o menos grandes-, redondeados y con salientes de cuatro puntas muy afiladas y punzantes. No es exactamente una estrella, pero se entiende el concepto.

Rallador de Estrella

Con este modelo se obtiene un rallado muy fino, especial para ingredientes duros. Es idóneo para quesos curados, como un parmesano o grana padano, cuando buscamos esa textura como de arena, un polvo granulado y uniforme. Además, es perfecto para rallar ciertas especias sólidas, por ejemplo la nuez moscada, granos de pimienta o clavos de olor. El poder aromático de las mismas, recién ralladas, no tiene ni punto de comparación con las especias que se comercializan ya molidas.

WMF Gourmet Rallador 4 usos, Acero inoxidable mate

Rallador de Nuez

Es también un rallador muy socorrido para procesar el jengibre fresco y, por extensión, la cúrcuma o los dientes de ajo. En este caso tratamos con ingredientes sólidos pero no tan duros, con una textura más fibrosa muy pronunciada en el caso de los rizomas.

En Japón existen ralladores específicos para el jengibre y el wasabi, pero puesto que no son tan habituales en nuestras cocinas, lo más corriente es recurrir a los de tipo estrella o los conocidos como zester para estas tareas.

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Hay que recordar que este último, el modelo más popular de Microplane, pese a ser uno de los utensilios de cocina favoritos del equipo de Directo al Paladar -es perfecto para cítricos-, no siempre sustituye bien al rallador de estrella. El caso del queso ya mencionado es el más evidente, y tampoco resulta muy adecuado para rallar jengibre.

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La limpieza, un verdadero incordio

La gran virtud del rallador de estrella es también su gran hándicap: limpiarlo pone a prueba los nervios del más paciente. Sus diminutas aberturas afiladas y lo intrincado de su superficie hace que los restos de queso o vegetal se queden adheridos y no haya manera de retirarlos fácilmente.

Rallador con Jengibre

Usando agua el queso forma fácilmente una pasta grasienta, y el jengibre deja finos filamentos retorcidos y enganchados de formas imposibles. Frotar a mano suele terminar con el estropajo hecho unos zorros, y al final casi siempre hay que recurrir a herramientas auxiliares afiladas para retirar los restos, como un palillo, un alfiler o unas pinzas.

Como desventaja añadida, esos restos de alimento que quedan adheridos se desperdician.

El truco más fácil para rallar sin manchar

¿Cómo evitar tantas molestias? Con el truco más sencillo: cubriendo la superficie del rallador mediante un material fino, pero resistente.

Rallador con queso

El plástico film transparente y el papel sulfurizado de hornear permiten seguir rallando sin que el alimento entre en contacto directo con el rallador. Tan solo hay que procurar que la lámina se adhiera bien a su superficie, marcando los agujeros pero sin romper el plástico o el papel.

Las diferentes calidades y grosores de cada fabricante pueden dar resultados más o menos satisfactorios, así que nos toca probar mediante ensayo y error. Suele dar mejores resultados el film, mucho má elástico, fino y resistente, especialmente a la hora de trabajar con alimentos muy duros.

Rallador de queso

Solo hay que tener cuidado con no presionar demasiado pues, a la larga, el rallador terminará atravesando el fino plástico. Tras unos instantes pasando la cuña de queso o la raíz de jengibre, veremos cómo el producto rallado se queda adherido al film, dejando el rallador prácticamente impoluto. Aunque se rompa un poco el plástico, el utensilio queda mucho más limpio, el producto se recoge mejor, y se desperdicia menos.

Máximo aprovechamiento y mínimo esfuerzo.

Algunos de los enlaces aquí publicados son de afiliados. A pesar de ello, ninguno de los artículos mencionados han sido propuestos ni por las marcas ni por las tiendas, siendo su introducción una decisión única del equipo de editores.

Fotos | Pixabay - Simone Bosotti
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