Son varios los hayedos repartidos por nuestro país que despliegan todos sus encantos en pleno otoño, cuando se desata el festival de colores que tiñen los frondosos bosques y cubren los suelos de hojas, musgo y setas, rodeados de un silencio solo roto por la intensa actividad de la fauna local que se prepara para el invierno.
En Castilla-La Mancha encontramos, sin embargo, uno muy particular, pues parece trasladarnos más bien a tierras más norteñas y húmedas con un paisaje tan especial que le ha valido la protección y reconocimiento como Parque Nacional y Patrimonio de la Humanidad. El Hayedo de Tejera Negra brilla con luz propia en plena estación otoñal desatando todo un espectáculo natural que lo convierten en uno de los destinos más deseados para una escapada de plena desconexión.
Este bosque, o conjunto de bosques, es verdaderamente toda una rareza por su situación geográfica, y es que goza de un microclima particular al enclavarse entre los valles del río Lillas y el del río Zarzas, alimentados por el glaciar de La Buitrera, entre afiladas crestas rocosas.
Convertido en Parque Natural ya en 1978, fue en el año 2011 cuando se creó el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara donde quedó integrado este Hayedo, y desde 2017 forma parte del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como extensión de los Hayedos primarios de los Cárpatos y otras regiones de Europa, siendo el hayedo más meridional del conteniente.
Naturaleza otoñal en todo su esplendor
Las majestuosas y esbeltas hayas se llevan todo el protagonismo en este enclave, tiñendo de un océano de colores sus frondosas ramas cuando el otoño está su plenitud. Los tonos amarillos, naranjas, rojizos y ocres se multiplican en las copas y van cubriendo con su mullido manto el húmedo sotobosque, donde si hay suerte se pueden atisbar también hongos y numerosos animales que van haciendo acopio de alimento para las reservas del frío invierno.
Pero junto a las hayas también crecen tejos, pinos, robles, avellanos, castaños, acebos y abedules, entre otros, un paraíso natural para la fauna de corzos, jabalíes, zorros, tejones y comadrejas, además de numerosas rapaces diurnas y nocturnas, entre las que destacan el águila real, el azor, el búho chico y el mochuelo.
Para recorrer este hayedo pueden practicarse varias rutas a pie aptas para todos los públicos, siendo las más populares las sendas circulares del Robledal -la más larga, de 17 km- y de las Carretas, y también se puede visitar en bicicleta, una actividad de lo más recomendable para seguir la ruta señalizada del río Zarzas, de unos 21 km de recorrido.
Lo único que hay que tener en cuenta es que, como espacio protegido, cuenta con una serie de normas de obligado cumplimiento, estando prohibido hacer acampadas, encender fuegos, dejar basura o desechos de cualquier tipo, recoger setas, molestar a los animales o hacer demasiado ruido. Se puede acceder con perro siempre que esté sujeto en todo el momento.
Cómo llegar y acceder al Hayedo de Tejera Negra
El Hayedo de Tejera Negra se encuentra en el término municipal de Cantalojas, al noroeste de Guadalajara, siendo recomendable el acceso, si se llega desde el centro o sur peninsular, por Cogolludo-Galve de Sorbe, en la carretera CM-1006.
Solo existe una zona de aparcamiento permitida para dejar el vehículo, con 130 plazas. Se accede desde el cercano pueblo de Cantalojas, que conduce a través de una pista asfaltada al Centro de Interpretación del Parque, un punto de partida perfecto para conocer mejor el entorno y las sendas.
Después, un tramo asfaltado lleva hasta el puente y pasa a ser de tierra hasta llegar al aparcamiento, a unos 8 km. Dada la mayor afluencia de visitantes en los fines de semana y festivos de otoño, es imprescindible reservar plaza con antelación a través de la página web. Sin embargo, es posible acceder a pie o en bicicleta, sin reserva de plaza, desde el Centro de Interpretación.
En ruta por Castilla-La Mancha 1: 22 Rutas por carretera (Guías En ruta Lonely Planet)
Fotos | Carmelo Peciña - Castilla-La Mancha