Unas turistas hacen un 'simpa' en un restaurante y la dueña las encuentra en Facebook, llevándoles el ticket a su alojamiento

Todo sucedió en apenas una noche en el beach club I Due Re, en una ciudad costera del Adriático italiano

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Jaime de las Heras

Editor Senior
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Jaime de las Heras

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En Civitanova Marche, una pequeña ciudad costera de Italia, una historia que podría parecer anecdótica se transformó en un ejemplo de perseverancia y sentido de la justicia. Todo comenzó una noche cualquiera de verano, cuando dos turistas francesas disfrutaron de una cena en un concurrido local playero que es a la vez discoteca y restaurante, conocido como I Due Re.

El ambiente era distendido, con el murmullo de otras mesas, el aroma de la masa recién horneada y el sabor refrescante de varios spritz. Pero al final de la velada, las dos turistas francesas, de 35 años, desaparecieron sin dejar rastro… ni pagar la cuenta.

La dueña del restaurante, Michela Malantini, de 52 años, descubrió el vacío que habían dejado poco después. No era la primera vez que alguien se marchaba sin abonar. Sin embargo, algo en esta ocasión le hizo decir basta. La cuenta, de apenas 44 euros, no era lo que más le dolía.

Lo que le encendió por dentro fue otra cosa: el desprecio silencioso, la falta de respeto hacia su trabajo, su gente y su esfuerzo diario.Sin alzar la voz, pero con una determinación firme, se puso en marcha. Lo primero que hizo fue revisar las cámaras de vigilancia del local. En las imágenes, aparecían claramente las dos mujeres, charlando despreocupadas mientras se marchaban sin pagar.

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Facebook como ayuda

No hubo dudas, solo la confirmación de una verdad incómoda. Y entonces, con serenidad y sin aspavientos, decidió actuar. Publicó la fotografía capturada en Facebook. No lanzó insultos ni amenazas, tampoco dramatizó. Simplemente pidió ayuda: ¿alguien las conocía? ¿Alguien podía decirle dónde se alojaban?

La comunidad, que muchas veces permanece en silencio, esta vez respondió. En pocos minutos, comenzaron a llegar mensajes, datos, pistas. Una ola de solidaridad virtual alimentada por ese sentimiento compartido de que lo justo debía prevalecer, de lo que se hace eco The Guardian.

A la mañana siguiente, cuando aún no se había levantado el sol del todo, la restauradora cogió la factura en papel y se presentó en el alojamiento donde le habían dicho que se encontraban las turistas. Tocó la puerta sin dudar. La dueña del sitio, al reconocerla, no puso objeciones. Le abrió y la dejó pasar.

Foto La foto que colgó a Facebook. ©I Due Re Civitanova Marche.

Las mujeres todavía dormían. Fue un momento cargado de tensión contenida. Cuando despertaron, no las enfrentó con gritos ni reproches. Les mostró el video de la cámara.

Preguntó, con tono tranquilo, según relatan desde MidiLibri pero firme, si recordaban algo de la noche anterior. Ellas no intentaron justificarse. No dijeron ni una palabra. Sacaron el dinero y pagaron.

No es la primera vez que le ocurre algo así. En temporada alta, admite que incidentes como este suceden con frecuencia, pero Malatini rara vez recurre a la policía, sino que prefiere sus propios métodos.

Justicia viral por dos pizzas y cuatro cócteles

La noticia, viralizada en toda Europa, ha llenado las redes de halagos al modus operandi de Malatini, dejando claro que no es aceptable marcharse sin pagar, como si el trabajo ajeno valiera nada. "Si la gente empieza a pensar que puede venir a comer y marcharse sin pagar, se convierte en un problema", recoge el diario italiano La Reppublica sobre las declaraciones de Michela Malatini, la propietaria del establecimiento.

La manera en que llevó adelante esta mini cruzada personal —desde revisar las cámaras, rastrear a las responsables, llegar hasta su puerta y recuperar lo que correspondía— habla de alguien que no se resigna. Que puede tener gestos firmes sin perder la compostura.

Y esa factura, entregada en mano, no fue solo un recibo. Fue un acto simbólico. Una forma de decir: Aquí no se pasa por encima de nadie. Porque la justicia, aunque sea por una pizza y cuatro cócteles, también se construye con gestos como este.

Imágenes | I Due Re

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