Hacer bizcochos con Thermomix

Hacer bizcochos con Thermomix
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Siguiendo con las preparaciones básicas de repostería, vamos a hablar de cómo hacer bizcochos con Thermomix y sacarle el máximo partido en este campo, donde sin duda supone una gran ayuda y ahorro de tiempo. Veremos como en pocos minutos tendremos lista la masa para bizcochos, que de otro modo nos llevaría mucho tiempo de amasado y montado con varillas.

Hay muchos tipos de bizcochos, pero todos parten de una base de harina, huevos y azúcar. Opcionalmente pueden añadirse otros ingredientes, como ralladura de naranja o limón, vainilla, chocolate, frutas confitadas, pasas, etc. dependiendo de la receta. A veces se añade mantequilla para que el bizcocho quede más suave.

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Los bizcochos para tartas no suelen llevar levadura química, para evitar la elevación de la masa en forma de montaña en el centro durante el horneado. Para que el bizcocho suba pero de forma uniforme, deberemos introducir el aire en la masa antes del horneado, ya sea montando las claras a punto de nieve con la mariposa a velocidad 3 ½ y mezclando luego suavemente con el resto de ingredientes, o mucho más fácil montando los huevos con el azúcar, a los que luego se le añadirá la harina.

La receta básica de bizcocho para tarta consta de 6-8 huevos, 200 gr. harina, 200 gr. azúcar. Pondremos las huevos con el azúcar en el vaso con la mariposa y montamos 10 minutos a velocidad 3 ½ a 37º. El calor facilita el montado. Luego seguimos montando otros 5 minutos a velocidad 3 ½ sin temperatura, hasta que la masa de huevos y azúcar triplique su volumen inicial.

En este punto volcamos la mezcla en un cuenco grande, con ayuda de la espátula. Pasamos la harina por un colador, y la vamos añadiendo a mano, en pequeñas cantidades, mezclando con unas varillas con cuidado de que no se baje la masa. Vertemos en un molde redondo desmontable, engrasado y enharinado ligeramente, y horneamos en horno precalentado a 180º unos 20 minutos, o hasta que una aguja insertada en el centro salga limpia. Sacamos y dejamos enfriar dentro del molde.

Durante el horneado es fundamental no abrir el horno, ya que los cambios de temperatura harán que no suba de forma uniforme el bizcocho. Una vez se haya enfriado procedemos al desmoldado, con cuidado. Si algunas zonas de la corteza se han dorado en exceso se puede pasar un rallador plano para quitar estos defectos.

Una vez completamente frío, se puede cortar por la mitad, para rellenarlo, según la receta. Antes es mejor proceder al calado, es decir, mojarlo con un almíbar ligero de agua, azúcar y algún licor, usando una brocha de pastelería. Con esto conseguimos que el bizcocho quede mucho más tierno y esponjoso.

Si no lo vamos a usar pronto, lo mejor es congelarlo (sin calar) bien cubierto de film transparente, así se conservará tierno hasta el momento de su uso. Con estos trucos conseguiremos tartas muy profesionales con muy poco trabajo.

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