Liliana Fuchs
EditorPor muy rica que esté, una crema o sopa fría servida sin más se queda algo coja y tristona, y sucede igual con las cremas calientes. Si tenemos la suerte de tener dientes y una mandíbula que funciona, aprovechemos para aderezar estos platos con su buena guarnición, que además logran que estén mucho más ricos. Y gracias a una idea del chef José Andrés, tenemos la guarnición perfecta: patatas fritas de bolsa. Las chips de toda la vida.
Patatas chips o crisps, si nos lees desde tierras británicas, claro. Las llames como las llames, el snack más universal y casi adictivo es un complemento sorprendente que eleva muchos platos; los anglosajones lo saben bien, especialmente en Estados Unidos, donde no es nada raro añadir chips a sándwiches, hamburguesas y bocadillos, por ejemplo. Y quedan de lujo coronando un gazpacho.
José Andrés propone usar patatas fritas como guarnición de una crema fría de calabacín, pero puedo dar fe de que funciona igual de bien en el gazpacho andaluz tradicional y en casi cualquier otra sopa fría o crema. Crujientes, saladas, sabrosas y aromáticas, estas patatas crean un delicioso contraste con los sabores habitualmente dulzones de estas sopas, donde abundan las verduras y frutas. El punto salado y algo graso de las patatas fritas consigue redondear el conjunto, y con su textura crujiente hacen que sea mucho más satisfactorio.
Es además un aderezo barato, que puedes tener siempre en la despensa y tardas medio segundo en añadir a la mesa. Puedes ofrecer distintas variedades con sabores diversos de patatas, o apostar por el clásico original sin más, procurando que no estén rancias o se irá el efecto al garete. Las más finas funcionan mejor, pero hay que echarlas justo en el momento de servir, para que no se reblandezcan.
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