Si hablamos de microcultivos, existen dos tipos, el más conocido el de los germinados (brotes de soja, de alfalfa o lentejas entre otros), se pueden encontrar sin problemas cualquier supermercado, o los podemos cultivar sencillamente en nuestras cocinas. Estos ya los conocemos y los hemos integrado en nuestros platos.
Otros menos conocidos son los microvegetales. Se microcultivan vegetales como el brócoli, cilantro, perejil, remolacha, menta, albahaca, coliflor, rábano, tomate y un largo etcétera. Se consiguen con una perfecta combinación de artesanía, tecnología y paciencia.
La primera y más visible diferencia con los vegetales normales y los microvegetales es evidentemente su tamaño, la segunda su sabor, aunque parezca imposible mucho más intenso, muy concentrado.
Son todavía difíciles de encontrar en los mercados, aunque gracias a que las empresas que los comercializan organizan talleres, aulas y se presentan en ferias gastronómicas, siempre asesorados por reconocidos chefs, esta creciendo su demanda, por lo que muy pronto llegarán al público en general.
Aunque el precio de los microvegetales es más elevado, nos va a costar muy poco caer en la tentación de querer convertir un plato sencillo en algo exótico y elegante, añadiéndoles por ejemplo un puñado de originales y ligeramente ácidos “pepquiños”, como los que se ven en la foto, para impresionar a nuestros invitados.
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