Con una textura densa, ligeramente húmeda y un aroma irresistible, este pastel casero se convertirá en el bocado perfecto para acompañar un café o servir como merienda especial.
Este dulce tradicional de Holanda se caracteriza por el uso de pocos ingredientes, un sabor profundamente mantecoso y una textura densa pero tierna que se derrite en la boca. Prepararlo en casa permite disfrutar de esa mezcla perfecta entre galleta y paste, con un aroma que llena la cocina desde el primer minuto de horneado.
No requiere técnicas complicadas ni tiempos largos, solo mimo en el amasado y una buena mantequilla, que es la verdadera protagonista del boterkoek.
En la amasadora mezclamos la mantequilla, el azúcar, la esencia de vainilla, la ralladura de limón y la sal hasta que todo quede bien integrado.
Agregamos a la mezcla anterior un huevo y la harina y mezclamos bien.
Pasamos la mezcla a la encimera enharinada y amasamos hasta que la masa quede totalmente homogénea. Formamos una bola y la estiramos con el rodillo para obtener un disco. Envolvemos la masa con film transparente y** la dejamos 30 minutos en la nevera.**
Engrasamos un molde redondo plano de unos 25 cm de diámetro, pasamos la masa al molde, y alisamos y aplanamos con las manos para cubrir bien la base. Rallamos la superficie con un tenedor trazando líneas diagonales, pintamos con huevo batido, y horneamos 25 minutos a 175ºC.
Con qué acomapañar la boterkoek
Para contrastar el dulzor de este sabroso pastel, nosotros recomendamos servirlo con una taza de té, y unos frutos rojos frescos.
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