Esta receta de cupcakes suaves de queso y frambuesas es menos pesada que los clásicos, ya que la cobertura no lleva mantequilla. Pero siguen siendo un capricho para consumo ocasional, y estupendos si son para regalar o compartir.
Y es que la base de estos cupcakes es el queso crema acompañado de buttermilk o suero de mantequilla. Si pensáis hacer un queso fresco, podéis guardar el suero sobrante para esta receta. En caso contrario, se puede preparar un sucedáneo casero de leche cortada con zumo de limón, que también ofrece buenos resultados.
Comenzaremos precalentando el horno a 180ºC. Si no disponemos del suero de mantequilla, mezclamos la leche y el zumo de limón y removemos, dejándolo durante quince minutos hasta que veamos la leche grumosa. Reservarlo para añadir a la masa. Colocamos los papelillos para cupcakes en un molde metálico.
En un bol batimos el huevo, el aceite, el azúcar, el queso crema y el suero de mantequilla hasta que esté todo bien mezclado. Echamos sobre la harina que teníamos en un bol y removemos rápidamente hasta que todos los ingredientes se vean húmedos.
Rellenamos de masa las cápsulas de papel hasta la mitad, añadimos dos frambuesas en cada una. Completamos hasta dos tercios de las cápsulas con masa y horneamos durante 20 minutos o hasta que veamos que al pinchar un cupcake el palillo sale limpio. Los dejamos unos cinco minutos en el molde y después los colocamos a enfriar en una rejilla.
Para hacer la cobertura, trituramos con una batidora las frambuesas y colamos este puré para que no vayan las semillas. Mezclamos el puré de frambuesas con el queso, el azúcar glas y la gota de colorante, si vemos que nos queda un color rosa apagado.
Batir con unas varillas hasta que lo veamos cremoso. Metemos la cobertura en una manga pastelera con boquilla rizada y comenzamos haciendo una espiral encima del cupcake, empezando en el centro y en círculos hacía el exterior. En la zona donde terminamos la decoración, colocamos una frambuesa.
Con qué acompañar los cupcakes
Los cupcakes de queso y frambuesas, al contrario que aquellos con cobertura con mantequilla, deben guardarse refrigerados una vez que estén decorados, puesto que al llevar queso fresco no sería conveniente que estuvieran a temperatura ambiente. Con su cobertura los concebimos más como un postre para tomar con el café de sobremesa, o con un vaso de leche o té a media tarde.
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