De este bizcocho de plata me gusta todo, hasta el nombre. Supongo que lo de “plata” es porque no lleva yemas de huevo, sólo claras. La preparación me la explicó una amiga argentina, estupenda cocinera, según una receta que aprendió en su país. Desde entonces hago este bizcocho muy a menudo porque, además de delicioso, sirve para dar salida a los sobrantes de claras.
La esencia de vainilla es prescindible, pero confiere a la receta un sabor especial. El resultado es un bizcocho muy aromático y esponjoso, de los que resulta imposible tomar un único trozo.
Empezamos precalentando el horno a 180 ºC. Untamos el molde que vayamos a usar con mantequilla y lo reservamos.
A continuación, batimos la mantequilla con el azúcar hasta que quede una mezcla con textura de pomada. Aparte, tamizamos la harina con la levadura y las añadimos a la mezcla anterior, batiendo bien. Agregamos las claras de una en una, después la vainilla y, por último la leche, batiéndolo todo.
Introducimos el bizcocho en el horno precalentado unos 30 minutos aproximadamente, o hasta que pinchando con una aguja ésta salga limpia. Lo dejamos enfriar antes de desmoldar y, por último, lo espolvoreamos con azúcar molido.
Con qué acompañar el bizcocho de plata
Me gusta presentar este bizcocho de plata únicamente espolvoreado con azúcar molido, no le hace falta nada más, aunque a mis hijos les gusta mucho con mermelada o nocilla. Suelo prepararlo en un molde de corona porque me agrada cómo quedan las rodajas cuando voy a servirlo y resultan también más fáciles de untar.
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