Aunque solemos asociar los estofados al invierno, lo cierto es que estos guisos sientan bien todo el año, máxime cuando hablamos de una receta como la que hoy nos ocupa, muy baja en grasas y donde la verdadera protagonista es, de hecho, una fruta de verano.
Hemos adaptado esta receta de la publicada por Mark Bittman en The New York Times. En su versión original se añade a la mezcla dos cucharadas soperas de azúcar, que a nosotros nos han parecido excesivas y hemos eliminado. Sin este añadido estamos ante un guiso de sabores dulces, pero sin estridencias.
Lo importante, como en todos estos estofados, es tomar el tiempo suficiente para que la carne quede tierna. Se puede preparar con ternera o con vacuno, si es este último (como en la foto) hay que añadir casi una hora más de tiempo de cocción: las ciruelas prácticamente no se verán en el plato, pero el sabor resultante no te dejará indiferente.
Vierte el aceite de oliva en una cazuela (para la que tengas tapa), caliéntala a fuego medio-fuerte y, cuando alcance temperatura, fríe bien la carne, salpimentada, por todos los lados. Te llevará unos 10 minutos. Cuando esté bien dorada, sácala y reserva.
Pica la cebolla y los tomates y saltéalos a fuego medio-alto en la misma cazuela, con un poco más de sal y pimienta. Cuando estén blandos, pasados unos 5 minutos, echa el pimentón, la rama de canela, la hoja de laurel y la carne. Remueve todo y añade el vino y el caldo. Sigue cocinando a fuego medio-fuerte hasta que empiece a hervir, entonces baja el fuego, pon la tapa a la cacerola y deja que se cocine la mezcla durante 30 minutos.
Pasada media hora, retira la canela y el laurel, y añade las ciruelas. Tapa de nuevo y deja que se cocine el guiso entre media hora y 45 minutos más si es ternera, en torno una hora y hora y cuarto si es vacuno. Ve vigilando que el estofado no quede seco, si esto ocurre, no tienes más que añadir caldo o agua.
Cuando la carne esté bien tierna, destapa la cacerola y añade el vinagre. Si la carne está ya tierna pero la salsa está muy líquida, pudes subir el fuego al máximo para que se reduzca. Corrige de sal y pimienta y sirve de inmediato.
Con qué acompañar el estofado de ternera con ciruelas
Este estofado es lo suficientemente contundente como para servirlo de plato único, pero es obligatorio acompañarlo de arroz blanco, cuscus, o un buen pan. Y seguro hay quien no perdona unas patatas fritas.
El plato pide a gritos, también, un vino tinto.
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