En mi familia murciana siempre se han consumido muchas alcachofas, hervidas, guisadas, a la plancha o como parte fundamental del delicioso arroz con verduras que preparaba mi abuela. Curiosamente somos las mujeres de la familia las que tenemos mayor predilección por esta saludable verdura, por eso cuando voy de visita a mi tierra no falta nunca un plato de alcachofas al estilo de mi madre.
Se trata de un plato de lo más sencillo, pero no por ello menos sabroso. Aunque nunca me quedan igual que a ella, por mucho que siga sus instrucciones, cocinarlas desde la distancia es una forma de mantenerme conectada a mis raíces y recuperar sabores y recuerdos de la infancia..
Disponer un cuenco con agua y el zumo de medio limón. Pelar las alcachofas con ayuda de un buen cuchillo, cortando las puntas y los tallos, y desechando las hojas externas. Dividir cada corazón de alcachofa en dos partes. Colocarlas en la mezcla de limón a medida que se vayan cortando.
Pelar y laminar los dientes de ajo. Calentar un chorrito de aceite de oliva en una cazuela y dorar los ajos muy ligeramente. Añadir las alcachofas y regar con el vino blanco y el zumo de la otra mitad de limón.
Espolvorear con el pan rallado y salpimentar. Añadir un poco de agua o caldo, sin que lleguen a cubrirse del todo, tapar y llevar a ebullición. Dejar cocer unos 10-15 minutos a fuego vivo, hasta que estén bien tiernas.
Con qué acompañar las alcachofas
Disponer las alcachofas al estilo de mi madre en una fuente o repartirlas entre los comensales junto al caldo. Servir bien calientes como primer plato, o como cena ligera. Están muy buenas si se mezclan con algunos frutos secos, especialmente almendras o piñones ligeramente tostados, y son una exquisitez coronadas con huevo poché.
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