Creo que todos los aquí presentes conocemos y alabamos las grandes virtudes del aceite de oliva —Virgen Extra, por favor— pero seguro que también hemos conocido su lado oscuro, que no es otro que su viscosidad y la capacidad que tienen sus gotas para escurrirse por los rincones y acabar pringándolo todo.
Afortunadamente existen diseñadores en el mundo que no se andan por las ramas de la estética fútil y se dedican a crear objetos que cumplan el trinomio que ya vislumbro Vitrubio en los tiempo romanos: Función, Belleza y Durabilidad.
La Aceitera Marquina es un gran diseño de Rafael Marquina, que vio la luz por primera vez en 1961. Desde entonces hasta hoy, su sistema de doble cono permite que se llene con facilidad y a la vez recoge las gotas que inevitablemente se deslizarán por el pitorro. La base del pitorro, de vidrio esmerilado, evita que este se caiga al verter el aceite, mientras que una pequeña ranura permite al aceite volver al recipiente y también la entrada de aire para poder servir el aceite con comodidad.
Por mis manos pasaron muchas aceiteras hasta que descubrí esta, y desde luego no la cambiaría por nada del mundo.
Vía | Compradicción
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