Bañada por un sol que parece eterno y arropada por la silueta de Sierra Nevada, la Costa Tropical de Granada se despliega como un secreto bien guardado entre las costas más famosas de Andalucía.
A pesar de su modesta extensión —apenas setenta kilómetros de litoral— este rincón del sur de España se llena de ese ambiente marinero, de carácter hortelano y con la promesa cercana de poder encaramarse a algunas de las sierras más altas de nuestro país.
Situada entre la Axarquía malagueña y la costa almeriense, la Costa Tropical pertenece a la provincia de Granada, y su nombre no es un mero recurso poético: su clima privilegiado permite el cultivo de frutas tropicales como el mango, el aguacate o la chirimoya, lo que también propicia que en la parte este del litoral granadino veamos miles de invernaderos.
Más allá de su parte más agraria y productiva, la Costa Tropical, sobre todo en la parte occidental presenta algunas localidades más enfocadas al mar y al turismo, aunque comer bien en ella es, en general, bastante sencillo, independientemente de dónde estemos, si bien es cierto que hay localidades más completas si hablamos de sentarnos a comer donde Almuñécar, Salobreña o Motril destacan por encima de la media.
La vida marinera ha dejado una huella profunda en el alma de la Costa Tropical. Sus pueblos crecieron alrededor de los puertos, y el mar ha sido siempre sustento, horizonte y modo de vida.
La pesca artesanal, los barcos varados sobre la arena y los sabores que llegan del mar forman parte de una cotidianidad que aún pervive en lonjas como la de Motril, especialmente potente y que surte a buena parte de los restaurantes de la provincia.
Dónde comer en La Herradura
La pedanía de La Herradura, dependiente de Almuñécar, da la bienvenida a la Costa Tropical si llegamos desde la provincia de Málaga. Aquí, alrededor de esta bahía, se encuentra uno de los restaurantes más significativos de la zona como es el Mardela (P.º Andrés Segovia, 66) donde, con vistas a la playa, ofrecen una buena colección de carnes y algunos arroces que merece la pena probar para un restaurante con un ticket medio que suele superar los 40 euros.
Entrecot de vaca. ©Mardela.
También a lo largo de la Playa de la Herradura vamos a encontrar otro par de referencias reseñables como es el Restaurante Nuevo Arenas (P.º Andrés Segovia, 55), donde hay bastante oferta de pescados y mariscos, además de algunas buenas hamburguesas, para cenas algo más informales.
Raíz vasca, pero bien asentada en el suelo granadino es la propuesta de Txoko (Paseo Andres Segovia, 12), que trabaja bien los pescados, especialmente el atún rojo cuando es temporada, los mariscos (buenas gambas al ajillo y quisquillas) y algunos cortes de vacuno mayor que no puedes perder de vista.
Ensaladilla rusa con gamba cristal. ©Txoko La Herradura.
Dónde comer en Almuñécar
Ya en lo que consideraríamos Almuñécar, la oferta se amplía y aquí, por ejemplo, vamos a encontrar –si queremos elevar el listón–, un restaurante como El Chaleco ( Av de la Costa del Sol, 37), que tiene un Bib Gourmand de Guía Michelin con una propuesta bastante cercana y familiar, de inspiración francesa, que merece la pena visitar, especialmente por sus menús temáticos de marisco.
Clásico de la zona es también el restaurante Mar de Plata (Calle Mar de Plata, 3), otro infalible si se trata de comer pescados y mariscos a la plancha, en un entorno bastante tranquilo y con un ticket medio comedido para la calidad del producto que se ofrece.
Pargo a la plancha. ©Restaurante Mar de Plata.
Sencillo y en el centro de Almuñécar, el restaurante Los Geraneos (Plaza de la Rosa, 4) es otra buena opción para un picoteo en su patio, donde hay ensaladas y recetas de inspiración árabe, así como algunos buenos platos de marisco.
Icónico es también el Mesón Emiliano (Calle Fuente Nueva, 9), abierto en los años cincuenta, y que es todo un clásico en la zona con una carta muy centrada en pescados a la plancha y en carnes, donde casi todo da buen nivel.
El otro gastronómico con buenas referencias aquí es Firmvm (Plaza Antonio Gala), donde el chef Sergio González utiliza producto local y dosis de originalidad controlada para una propuesta algo distinta a lo que vamos a ver en la Costa Tropical.
Chiringuito Casa Emilio.
Dónde comer en Salobreña
Chiringuitos, comida casera y mucha calma. Así son las propuestas que te hacemos en Salobreña, como el Chiringuito Casa Emilio (Paseo Marítimo, 5), que ha evolucionado a pie de playa hasta ser un restaurante con todas las de la ley en el que no faltan los pulpos al espeto (y el pulpo a la salobreña, un guisado típico muy interesante), pescados a la plancha y algunos buenos arroces. En la misma playa, otro par de paradas que merecen mención, por sencillas y certeras, son las del Chiringuito El Molino y el Chiringuito Flores.
Chiringuito 2.0 es La Bahía (Calle Playa del Peñón), otra buena parada a pie de playa si estamos en Salobreña, donde las noches se llenan de música y jaleo, pero que cuenta con una cocina ecléctica en la que caben pizzas, tatakis de atún, frituras de pescado y hasta chuletones.
Boquerones fritos. ©Restaurante Verdejo.
Fuera del terreno chiringuito, en Salobreña, ya con mesa vestida y algo más de abolengo, la propuesta del restaurante Verdejo (Paseo Marítimo, 2, Edificio Venus) merece la pena ser citada, donde trabajan bien los arroces, los pescados y donde ofrecen una carta de vinos más completa de lo habitual en la zona.
Vistas y buena mesa también aparecen en el restaurante Miba, dentro del hotel del mismo nombre, con una cocina más elaborada y con más mimo en la presentación, donde no faltan pescados locales, las legendarias quisquillas y, sobre todo, la panorámica del peñón.
Quisquillas. ©Restaurante Katena.
Dónde comer en Motril
Saltando ya a Motril, varias referencias se deben citar en el epicentro quisquillero de la Costa Tropical. Si se habla de un restaurante histórico, no se puede obviar la relevancia de Katena, oficiando la misma familia desde la Playa de Poniente desde los años sesenta, antes de cualquier boom turístico. Aquí, como antaño, las reinas del baile son las quisquillas y las cigalas, además de las tapas de cocina y, si nos sentamos a la mesa, la apuesta segura del pescado a la brasa.
Salazones propias y lo que provenga del pescado de lonja son los mimbres con los que Rubén Blanco propone desde La Espichá (Calle Dr. Tercedor, 8) otro local que no se debe perder de vista en la escena motrileña. Fresco, certero y sin otras pretensiones que dar muy bien de comer, La Espichá es un restaurante a caballo ganador.
Alma de chiringuito, pues a pie de playa de Poniente resiste, el Espeto de Motril es otro imprescindible si se habla de pescados a la brasa con la arena acariciándote los pies, aunque también han sabido ir más allá, vestir las mesas, y ofrecer una cuidada selección de mariscos –generalmente fritos–, pescados a la brasa y algunos arroces que merece la pena descubrir.
Arroz de quisquillas. ©Espacio Ime.
Como gastronómico de merecida presentación, en Motril no debemos saltarnos la originalidad del Espacio Ime (Calle Francisco Díaz Cardona, 2), donde el chef Iván Mateo se convierta en profeta en su tierra con una carta en la que abundan las frutas y verduras de proximidad y el pescado de lonja, ofreciendo una cocina más creativa de lo habitual en la zona, a la que regresó en 2021.
Chipirón a la brasa. ©El Conjuro.
Dónde comer en Calahonda
Saltamos por último a Calahonda, donde echar el guante a un restaurante de producto como es El Conjuro (Av. de los Geranios, 6), donde los hermanos Daniel y Álvaro Lorenzo han reivindicado la casa familiar –abierta en 1989– para convertirla en un templo de las frituras (bordan las ortiguillas, las puntillas y los sesos de cordero) y del pescado a la brasa, además de ofrecer algunos platos de esencia clásica y buen acierto en el mar y montaña, con una carta de vinos muy completa.
Sencillo e informal, en Calahonda vamos a encontrar otra referencia en la que movernos por debajo de los treinta euros por persona en El Quinteto de Nizar y Ana (Calle Jacinto, 2), donde trabajan bien las carnes, algunos platos de pescado y postres fresquitos, sin pretensiones, perfectos para el verano.
Espetos de sardinas. Chiringuito El Farillo.
Por último, nos 'echamos a la mar' dentro del Chiringuito El Farillo (Av. de los Geraneos, 13), otra referencia si hablamos de espetos de sardinas en la costa andaluza, con una carta no muy extensa, pero sí bien trabajada y donde la frescura del producto lleva la voz cantante.
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