Es el restaurante de carnes de moda en Barcelona, pero, al margen del postureo, se come muy bien

Todo en el restaurante Carnal está medido al milímetro para atraer al tipo de cliente cosmopolita, de renta alta, que ha tomado por asalto el centro de Barcelona. Decoración selvática, carta de cócteles, volumen de la música creciente…

Se trata de un modelo de restauración que arrasa en la ciudad condal, pero también en Madrid, y que no siempre logra atraer al público local. No es el caso: Carnal se ha convertido en el asador de carnes de referencia de Barcelona, lleno a reventar incluso un lunes por la noche. Y es que la comida está tan cuidada como el ambiente.

En sus cocinas, una decena de personas trabajan alrededor de la estrella de la casa: la parrilla alimentada con leña de encina, por la que desfilan todo tipo de carnes.

En la abultada carta hay de todo, desde cortes argentinos y brasileños como la picaña, la entraña o el ojo de bife a las chuletas de buey de El Capricho, consideradas unas de las mejores del mundo (a 290 euros el kilo).

El chef del restaurante, el uruguayo Joaquín Ignacio Sánchez, que viene de formarse en el Basque Culinary Center, es una enamorado de las carnes maduradas. Por varias cámaras repartidas por el local, a la vista del comensal, descansan las canales de todo tipo de animales, que llegan a servirse con 150 días de maduración. Es “el tiempo ideal”, según el parrillero, aunque hay cortes y maduraciones para todos los gustos.

En la parrilla de Carnal se trabaja a destajo.

Las carnes salen siempre de la parrilla poco hechas, pero se acompañan, en mesa, de una pequeña plancha en la que los más melindrosos pueden sobrecocerlas a su gusto y no fastidiar al resto. Buena idea.

“De cocina salen al punto, como para mí es mejor, pero doy libertad y divertimento al cliente para que haga lo que quiera”, explica Sánchez.

Jamón de vaca rubia gallega, un plato caro (27,50 euros), pero sorprendente.

Las verduras tienen su espacio

Carnal tiene opciones para todos los bolsillos. Lo bueno es que, si no te invita alguien, te puedes pedir una tremenda entraña de vaca nacional (17,50 euros los 250 g) y alguno de los entrantes y pagar unos 50 euros por barba –aunque el ticket medio ronda los 70 euros–.

Está muy rico, por ejemplo, el boniato cocido 12 h en cenizas, acompañado de stracciatella de burrata y avellanas (12,90 euros) y hay que pedir obligatoriamente las croquetas de carrillera de Black Angus (2,75 euros la unidad). Muy ricas.

@directopaladar
Para fans de la carne, este es un paraíso. Restaurante Carnal, en Barcelona. #restaurante #carnes #directoalpaladar #comidaentiktok
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También hay buenos entrantes fríos. Cumple con creces el steak tartar de buey, aliñado con yema confitada (29 euros) y la lengua de Angus ahumada con encurtidos (15,50 euros), pero resulta más sorprendente el jamón de vaca rubia gallega (27,50 euros), un plato a medio camino entre la cecina y el carpaccio que sorprende por su intensidad.

Para beber, se agradece que hay botellas de vino a partir de 20 euros y ricos cócteles de autor.

Entre los postres, nos gustó bastante esta tarta de queso y pistacho (11,90 euros).

Qué pedir: en Carnal es fácil salir por un ticket de 100 euros si no nos fijamos bien en los precios, que varían enormemente en función de la carne elegida. En mi opinión, merece más la pena optar por carnes nacionales y disfrutar más con los entrantes que dejarse la pasta en una chuleta: la van a hacer muy bien, pero vas a pagarla.