Más de dos años hemos tenido que esperar para volver a fascinarnos con las vidas de los Roy, la poderosa familia de miserables sobre la que gira 'Succession'. La imprescindible serie de HBO regresó ayer con su tercera temporada y no nos ha defraudado en absoluto, con un capítulo lleno de detalles para enmarcar y entre los que se ha colado un producto español peculiar.
Y lo es por su elevado precio y exclusividad, como no podía ser de otra manera tratándose de los Roy y sus peripecias. Al clan millonario lo hemos visto derrochar en pisazos de diseño, mansiones de veraneo, fiestas de alto copete, yates de lujo y un sinfín de viajes a base de aviones privados y helicópteros como quien coge un Uber para ir a por el pan. No faltan, por supuesto, los festines a todas horas en las que no se repara en gastos, y mucho menos en el maridaje que lo acompaña.
Aviso: pequeños 'spoilers' del final del capítulo 3x01 a continuación.
Ya finalizando el primer episodio de la recién estrenada tercera temporada, asistimos al encuentro inicial de la oveja descarriada de Kendall con los que serán sus abogados en la guerra contra su propia familia. Ha convertido la vivienda de su exmujer Rava en su centro de operaciones y de pronto les interrumpe unos gritos de la paciente mujer.
Kendall acude en su ayuda para descubrir a un asustado Greg sosteniendo un sacacorchos y disculpándose con cara de cordero degollado. En la mesa que le separa de una indignada Rava, dispuesta con recipientes de comida para llevar, destaca una gran botella de vino tinto.
"¿No has visto esta botella estaba llena de polvo?", exclama Rava. "Esa es una botella que me regaló mi padrino." Greg se excusa en que ha sido Naomi, con quien Kendall tuvo un lío, le había pedido que la abriera para la cena. Ante la llegada de la susodicha, Rava recula. "Bebéosla, gozadla, no pasa nada. Es como cuando alguien rompe algo hermoso y te sirve para recordar que nada dura". La mirada que lanza a su exmarido tras soltar esta frase no podría estar más envenenada.
El vino español más caro del mundo
El enfado de Rava es más que comprensible. Que los molestos invasores de su hogar se tomen la libertad para asaltar su bodega sin preguntar era solo la gota que colmaba el vaso. Pero, además del valor sentimental, su indignación se entiende mejor cuando comprobamos de qué botella de vino se trata.
Nada más y nada menos que un Pingus Ribera del Duero, una botella magnum de 1,5 litros que parece pertenecer a la añada 1998 -aunque otros vislumbran 1996-, hoy en día muy difícil de encontrar. Su precio en tiendas especializadas estadounidenses ronda los 1.500 dólares, más de 1.280 euros al cambio. Los Pingus se han convertido en leyendas del vino dentro y fuera de nuestro país, considerándose el más caro de España y uno de los más exclusivos.
La exclusividad es parte del motivo de sus altos precios, pues cuanto menor es la producción, más sube el precio. Pingus es el apodo de Peter Sissek, ingeniero agrónomo danés que llegó en 1990 a Valladolid para dirigir la bodega Hacienda Monasterio de Ribera del Duero y encargarse de nuevos viñedos. En 1995 lanzó una primera añada que ya empezaría a revolucionar el mercado.
El magnum de Pingus 1998 que Greg, Naomi y Kendall maridaron con comida para llevar neoyorquina se nos escapa un poco de presupuesto y disponibilidad, pero siempre podemos sentirnos un poco como los mezquinos Roy con una botella algo más asequible de la misma bodega.
Flor de Pingus 2018
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