El ventilador perfecto existe, pero no es el más bonito: lo que realmente hay que tener en cuenta para que enfríe bien

Ni todos giran ni refrescan igual: así se elige un ventilador de techo sin caer en el error de quedarse con el bonito

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Joana Costa

Editor

Hay dos tipos de personas en verano: quienes confían en su ventilador de techo y quienes acaban durmiendo en el sofá del salón, o en el suelo del pasillo, bajo la corriente directa. Lo cierto es que no todos los ventiladores sirven para todos los techos, y no todos los techos aguantan un ventilador que funcione como debe.

Elegir uno al azar en la web de moda o dejarse llevar por el más estético es un error común. El resultado suele ser una bonita pieza de decoración que gira sin ton ni son, sin aportar más frescor que una palmada desesperada o un abanico en misa.

El problema no es el aparato, sino el enfoque: hay que elegir según metros cuadrados, altura del techo y uso previsto. No es lo mismo ventilar una habitación de estudio que un comedor abierto. Y, es cierto, las palas decorativas no siempre son las más eficaces por muy bonitas que sean.

Lo primero es la potencia: para una habitación de 15 m² se necesitan unos 70 W como mínimo. Menos de eso, y lo único que moverá el aire será la desesperación. Los ventiladores con luz integrada son tentadores, pero a veces la luz es insuficiente o incómoda.

También es clave el número de aspas. Como suele sueceder, más no siempre es mejor. Un modelo de tres aspas bien equilibradas puede mover más aire que uno de seis con mal diseño. La forma y el ángulo de las palas determinan el flujo y la eficiencia del aire.

Otro detalle importante: el mando a distancia. Parece un capricho, pero se convierte en necesidad cuando el ventilador está a tres metros del suelo. Ajustar la velocidad o invertir el sentido del giro (eso existe) es algo que se agradece en plena madrugada, cuando se está perezosamente tumbado. Otra cosa es que este se pierda.

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La dirección del giro

El sentido del giro es más importante de lo que parece. En verano debe girar en sentido contrario a las agujas del reloj para bajar el aire frío. En invierno, al revés. Esto lo convierte en una herramienta para todo el año, no solo para agosto.

Y por último, el diseño. Que sea bonito, sí, pero también silencioso y con instalación sencilla. Porque nadie quiere pasar una ola de calor escuchando el "clac clac" de un ventilador mal nivelado o mal elegido. Del calor se puede pasar al agobio total.

Foto | Allyson SALNESS y Curtis Adams

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