Cómo cultivar tu propio árbol de mango en una maceta dentro de casa, incluso sin tener jardín

Con una maceta profunda, buena tierra y algunos cuidados básicos, es posible cultivar un árbol de mango en espacio reducido y sin jardín

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Joana Costa

Editor

Imaginar un árbol de mango en medio de la ciudad suena casi poético: un brote verde colgando desde la ventana, hojas brillantes y una promesa de fruta dulce al alcance del lector. Pero esta fantasía es más realista de lo que parece. Gracias a variedades enanas y contenedores adecuados, cultivar un mango en casa es una idea accesible y sorprendente.

Aunque el mango evoque tierras cálidas y suelos extensos, bastan unos pocos metros para empezar el viaje. Lo esencial no es el territorio, sino una maceta amplia y profunda, de al menos 60 cm de altura, que permita a las raíces desarrollarse sin restricción. Una base sólida para el crecimiento, sin necesidad de espacio terrestre.

La elección del sustrato tampoco es accidental: una mezcla floja, rica en materia orgánica y bien drenada es clave. Combinar tierra negra, compost y arena gruesa, además de aportar humus de lombriz, marca la diferencia entre un brote que lucha y uno que crece con vigor.

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Mucha luz diaria

El mango es un árbol tropical, y eso exige condiciones luminosas. Un mínimo de seis horas de sol directo al día es recomendable, ya sea en balcón, terraza o junto a una ventana. Ese estímulo solar promueve fotosíntesis activa y un follaje fuerte que respira vida.

La siembra puede partir de una semilla—tras retirar su resistente cáscara—o de un plantón comprado en vivero. Si optas por la vía rápida, el plantón trasplantado por la tarde y regado de inmediato reduce el estrés por calor y ayuda a que las raíces se asienten con calma.

En cuanto al riego, el truco es simple: mantener la tierra húmeda sin encharcar. Introduce el dedo unos 3 centímetros y riega solo si está seca por debajo. Demasiada agua afecta las raíces; muy poca, frena el desarrollo.

La fertilización también es parte del cuidado. Cada dos o tres meses, un aporte de compost o humus rico en fósforo y potasio favorece la floración y fructificación futura. Esto, sumado a una poda ligera para controlar altura y estimular ramas laterales, aportará equilibrio estructural y estético.

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No olvides las precauciones frente al frío o las plagas comunes, como cochinillas o pulgones. En invierno, un resguardo en zona cálida o una manta térmica pueden evitar daños, mientras que tratamientos suaves con jabón potásico o infusiones de ajo ayudan a mantener el árbol sano y radiante.

Con estos pasos claros, un mango en maceta deja de ser una ilusión para convertirse en un experimento doméstico gratificante, devolviendo frutos y verde a pequeños espacios urbanos con una dedicación mínima y mucho encanto.

Foto | MESSALA CIULLA y Iurii Laimin

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