El clafoutis es uno de los postres que más veces repito cada verano, ya que es muy fácil, rápido y versátil. Me parece ideal en esta época ya que podemos aprovechar la abundancia de frutas de hueso y además está muy rico servido fresquito. En esta ocasión he preparado un clafoutis de moras y cerezas blancas, que además no tiene gluten y es apto para intolerantes a la lactosa.
Si no tenéis harina de garbanzos a mano podéis sustituirla por almendra molida o por harina de maíz –no maizena-. La textura de este postre francés es cremosa, muy suave, por lo que la falta de gluten no afecta al resultado. Las cerezas blancas son una variedad menos conocida pero exquisita, y crea un bonito contraste con el color intenso de las moras.
Precalentar el horno a 175ºC y engrasar ligeramente un molde de tarta redondo. Lavar y secar bien las moras y cerezas. Trocearlas en piezas no muy pequeñas, desechando el hueso de las cerezas. Distribuir encima del molde.
Colocar los huevos y el azúcar en un cuenco y batir con batidora de varillas. Añadir un poco de ralladura de limón, la leche, la vainilla y la sal, y batir un poco más. Agregar la harina de garbanzos y batir hasta tener una mezcla sin grumos.
Echar con cuidado la masa líquida sobre las frutas. Hornear durante unos 30-35 minutos, hasta que se haya dorado y al pinchar con un palillo salga limpio. Esperar a que se enfríe antes de decorar con azúcar glasé.
Con qué acompañar el clafoutis
El clafoutis de moras y cerezas blancas se puede degustar a temperatura ambiente o tras reposar unas horas en frío. A mí me gusta añadir unas moras enteras congeladas extra, y el helado de vainilla es otra estupenda opción para acompañarlo.
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