Cuando hablamos de cocina española y, en especial, cuando nos metemos en el terreno de los postres y la cocina dulce es difícil que hablemos de equilibrio nutricional. Al menos, si lo concebimos como una plato donde haya variedad de macronutrientes, lo cual no suele ser muy habitual.
En los postres, independientemente del país, habitualmente vamos a ver una buena cantidad de hidratos de carbono, por casi todo lo que hagamos con harina; grasas, por usar mantecas, mantequillas o aceites; y muy pocas proteínas.
No venimos hoy a decir que sí o sí debas meter proteínas en el postre, pero sí que hay opciones en las que puedes tener un postre proteico y natural, más sabroso y con menos aditivos que las alternativas de 'bote' que vas a ver en el lineal de supermercado en la categoría de 'High Protein' y que, además, tiene acento catalán.
En este caso venimos a hablaros del mel i mató, una preparación típicamente catalana, vinculada a las comarcas pirenaicas de Lleida y Girona, donde se ha elaborado tradicionalmente este postre que lleva dos ingredientes principales: miel y mató. Luego solo tienes que picar unas nueces u otros frutos secos encima y poner un puntito de sal.
La miel no necesita presentación, pero quizá sí el mató, un queso fresco, de textura granulosa, generalmente hecho con leche de oveja y cabra –aunque cada vez hay más opciones de leche de vaca– que tiene un cierto parecido al requesón o a la ricotta, aunque es un queso; no un producto derivado de aprovechar el desuerado de un queso, como sí sucede con el requesón y la ricotta.
Ciencia, insistimos, no tiene: tan solo tienes que añadir un poco de miel al mató, un producto que no se ve con facilidad en toda España, pero que es una alternativa proteica y rápida perfecta para un postre casero y fácil donde vas a tener un producto que aporta unos 10 gramos de proteína por cada 100 gramos y, eso sí, otros tantos de grasa, así que también conviene consumirlo con prudencia.
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