El calcio es un mineral que todos reconocemos por su rol principal en la salud de nuestros huesos. Sin embargo, se trata de un nutriente cuyas funciones son muy amplias y de allí la importancia para nuestro cuerpo.
Dadas las grandes proporciones de calcio que hay presentes en nuestro cuerpo, sobre todo almacenado en huesos y dientes, se lo considera un macromineral que necesitamos a diario en cantidades que promedian los 1000 mg.
El calcio, más allá de los huesos
Si bien el calcio es un nutriente clave para el crecimiento y desarrollo de los huesos, así como para su mantenimiento y la prevención de enfermedades óseas como la osteoporosis, el calcio tiene otras funciones más allá de los huesos:
Contribuye a la salud dental
Como hemos dicho, en los dientes hay calcio, pues para su formación y mantenimiento se requiere de calcio cada día.
Además, una adecuada ingesta de calcio se ha asociado con mejor salud oral como señala un estudio en el cual a menor consumo de este mineral mayores pérdidas de piezas dentales se registraron.
Asimismo, según una investigación publicada en Journal of Periodontology, cantidades suficientes de calcio en la dieta habitual se vinculan a menor riesgo de enfermedades periodontales y puede, incluso, revertir patologías ya existentes.
Entonces, el calcio tiene gran influencia en el cuidado de la salud dental y bucal y por ello, no debería faltar en la alimentación cotidiana.
Interviene en el sistema nervioso y muscular
El calcio, además de formar parte de estructuras, se encuentra circulando en nuestro organismo y desde allí, cumple un rol clave en la transmisión del impulso nervioso que es el que finalmente da la orden de que determinados músculos se contraigan.
Sin adecuadas proporciones dentro y fuera de las células de nuestro cuerpo, la contracción y relajación de músculos puede verse afectada y así, se puede experimentar desde debilidad hasta calambres musculares.
En definitiva, para que nuestros músculos funcionen bien y estén sanos, con adecuada movilidad, se requiere calcio en la dieta habitual.
Influye en el metabolismo y previene enfermedades
El calcio es un mineral de gran importancia para el cuerpo, no sólo por las funciones antes mencionadas sino también, porque por intervenir en el sistema nervioso puede influir grandemente en el metabolismo.
No sólo en el metabolismo óseo o dental, sino también, en procesos que hacen al gasto de calorías, a la circulación de al sangre e incluso, a la digestión.
Tal es así que se ha asociado la ingesta de calcio con una mayor quema de grasas, pudiendo de esta forma sus niveles adecuados en el organismo reducir el riesgo de sufrir sobrepeso y obesidad y enfermedades asociadas tales como la diabetes o la hipertensión arterial.
De hecho, un reciente estudio vincula la ingesta de lácteos, sobre todo de leche y yogur a menor riesgo de sufrir síndrome metabólico, una afección que reúne obesidad, resistencia a la insulina, dislipemias, hipertensión arterial y otras como ácido úrico alto en sangre o hígado graso.
Protege la salud cardiovascular
El corazón es un músculo liso, involuntario, cuya contracción se ve favorecida por adecuados niveles de calcio en el organismo. Sin embargo, el calcio ingerido en cantidades apropiadas reduce factoes de riesgo cardiovascular.
Por ejemplo, en nuestro intestino reduce la absorción de grasas y así, mejora el perfil de lípidos al reducir colesterol como señala un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition.
También, como mencionamos antes, el calcio en cantidades apropiadas ayuda a prevenir la obesidad y otras enfermedades que inciden negativamente sobre la salud cardiovascular.
Cómo cubrir la cuota de calcio
Como hemos visto, el calcio es de gran importancia para la salud toda del organismo y por ello, necesitamos cubrir la cuota de este mineral cada día.
Para ello, podemos acudir a los lácteos: leche, yogur o quesos, que son una gran fuente de este nutriente. Aunque también podemos acceder a otros alimentos si no consumimos lácteos, tales como pescados azules y mariscos o bien, opciones veganas como legumbres, frutos secos, semillas varias, algas y algunas verduras como los grelos, zanahorias o berro o frutas como los higos.
Por supuesto, para mejorar su absorción necesitamos vitamina D que podemos obtener de los alimentos o al exponernos al sol, y también, es favorable no ingerir fuentes de calcio junto a fuentes de hierro o de oxalatos y fitatos que reducen la utilización del mineral en el organismo.
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