La finca toledana de los 10.000 cocidos al año: "Gustaba tanto en casa, que decidimos ofrecérselo a los demás"

En Finca Los Valdespinos llevan veinte años ofreciendo su versión del cocido, acompañada de otros clásicos de la cocina manchega

Cocido Valdespinos
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Jaime de las Heras

Editor Senior
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Jaime de las Heras

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Cuando pensamos en cocido, es habitual que nuestra mente viaje directamente a Madrid y lo asociemos inherente a un apellido: cocido madrileño. La capital ha hecho de este plato humilde todo un símbolo de la cocina tradicional, con sus tres vuelcos y su poderosa carga de nostalgia culinaria. Pero más allá del bullicio madrileño, hay otros lugares donde este guiso también se convierte en arte. 

Y uno de esos lugares se encuentra a apenas 65 kilómetros de Madrid, en Arcicóllar, una localidad toledana donde desde hace más de veinte años, la familia Pérez Cuchet ha logrado convertir un cocido casero en todo un fenómeno gastronómico.

Allí, en plena finca entre encinas y campos de cereal, nació Finca Los Valdespinos. Una antigua propiedad familiar que pasó de ser hogar de celebraciones íntimas a convertirse en un templo de la cocina manchega. A unos 25 kilómetros de Toledo, el cocido de los Pérez Cuchet congrega cada año a miles de comensales, alcanzando la asombrosa cifra de más de diez mil cocidos servidos anualmente. Una apuesta por la tradición que empezó casi por casualidad: “En nuestra casa se comía un cocido que gustaba a todo el mundo. Un día, decidimos ofrecérselo a los demás”, explican sus propietarios.

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El éxito no fue inmediato, pero sí constante. Con el paso de los años, ese cocido familiar fue ganando fama gracias a la fidelidad al recetario clásico, al producto local y a una forma de cocinar sin prisas. 

Valdespinos 2

El Gran Cocido Valdespinos se sirve en tres vuelcos: primero una sopa de fideos clara pero intensa, después los garbanzos pedrosillanos de Toledo acompañados con repollo y una salsa con cominos, y finalmente la tradicional pringá, con chorizo, morcilla, tocino, morcillo, pollo y punta de jamón. Cada cucharada, un guiño al pasado, a la cocina de abuelas, a las mesas largas de domingo.

Este menú, que cuesta 26 euros entre semana y 36 los fines de semana, incluye postre casero y pan. Pero Los Valdespinos no se queda ahí. En su propuesta gastronómica también hay sitio para otros menús de temporada. Uno de ellos es el Almuerzo del Pastor, que incluye migas manchegas, morcilla, huevos de corral y pimientos de padrón. Otro es el Almuerzo del Hortelano, protagonizado por el pisto manchego, huevos fritos y patatas a la panadera. Ambos menús se ofrecen por 24 euros entre semana y 32 los fines de semana.

Finca

La carta también da espacio a platos para compartir, como las croquetas de torrezno, la brandada de bacalao en hojaldre o el picadillo de venado. Todos ellos elaborados con respeto al recetario castellano-manchego y una clara apuesta por el producto de proximidad. No hay extravagancias ni reinvenciones innecesarias. Aquí se cocina como antes, con el sabor de siempre.

Uno de los eventos más curiosos que organiza esta finca es la Cata del Garbanzo. Un encuentro anual en el que los propios clientes habituales se convierten en jueces. Ellos, junto a la familia, eligen la legumbre que protagonizará el cocido del año. En la edición actual, el seleccionado fue el garbanzo pedrosillano de Toledo, valorado por su textura, su tamaño y su capacidad de absorber los sabores del caldo.

Cocido 2

El entorno también acompaña. Finca Los Valdespinos cuenta con varios espacios acogedores donde disfrutar del cocido. Lo que comenzó como un cocido familiar ha terminado convirtiéndose en un ritual para muchos amantes de la cuchara. 

No solo por el sabor, sino por todo lo que lo rodea: el paisaje, la calidez, el trato cercano, la fidelidad a las raíces. Porque a veces, para comer un gran cocido, no hace falta ir al centro de Madrid. Basta con mirar un poco más allá. A 65 kilómetros, en Arcicóllar, humean ollas que llevan más de dos décadas contando historias a través del paladar.

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