El primer lugar que visitamos tras aterrizar en Santander fue el Mercado del Este, considerado desde 1986 un Bien de Interés Cultural, allí fue donde iniciamos nuestra ruta de los vinos, una buena costumbre que se practica antes de comer.
El Mercado del Este fue construido entre 1839 y 1842, está situado entre la plaza del Príncipe y Puerto Chico y ocupa nada menos que 2.690 metros cuadrados. Su creación fue solicitada por el ayuntamiento a Antonio Zabaleta, arquitecto municipal de prestigio para la arquitectura española del siglo XIX.
Parece ser que este plan municipal de mercados fue precursor en nuestro país. Hoy en día la modernidad los ha dejado un poco atrás, pero los románticos preferimos seguir acudiendo a los mercados municipales a encontrarnos con la calidez de los tenderos, las mejores materias primas y el olor a alimentos frescos.
El Mercado del Este es uno de los que ha cambiado su función, ha sido remodelado con muy buen gusto, conservando su superficie de grandes losas y mostrando un impecable techo de madera. Se puede disfrutar contemplando la decoración, recios pilares de madera, respirando las antiguas tiendas de ultramarinos y la figura de los indianos cántabros.
Es un lugar cálido, en las imágenes que tomamos podéis ver que ahora reúne a los santanderinos en las barras de bar, en los restaurantes, también hay tiendas especializadas y se realizan exposiciones a lo largo de todo el año en la sala destinada a este fin.
Su servicio no termina ahí, por las noches es un lugar ideal para tomar copas, es un punto de reunión muy solicitado.
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