Después de echar una ojeada en Directo al Paladar veo que no soy la única a la que le gustan los espárragos trigueros. Tallos jóvenes y tiernos de la esparraguera.
Los romanos los dieron a conocer en Europa, han resistido el paso del tiempo y han ido encajando en cada uno de los distintos tipos de gastronomía.
Con más de 5000 años de historia se empezaron a consumir en la cuenca mediterránea. Los griegos y los egipcios tenían diversas formas de cocinar el esparrago silvestre. Fueron los romanos quienes empezaron a cultivarlos.
Unas veces se consumía por su sabor, otras veces por su propiedades medicinales, Hipócrates recetaba té de espárragos como diurético, la raíz para aliviar el dolor de muelas y las picaduras de abeja, y en la edad media era considerado un afrodisíaco y era utilizado también como pócima de amor.
China es el mayor productor de espárragos a nivel mundial, en Europa se disputan el título Francia y Alemania y en América el tema está entre Argentina y Perú.
Al igual que hace siglos se siguen cogiendo a mano, aunque por lo menos ya no se utiliza ningún pagano ritual para ofrecendarlo a los dioses.
Son un dechado de virtudes, pobres en sodio, calorías y sin nada de colesterol, son diuréticos y tienen un alto contenido en fibra, hierro, potasio, fósforo, magnesio, vitaminas B9 y C y ácido fólico. Como extra importante para los presumidos, contienen fitoquímicos y antioxidantes, estupendos agentes antiedad.
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