Hoy os traigo la receta de los pastéis de nata portugueses. Es este el nombre genérico de los afamados pasteles de Belém, cuya receta se guarda como un tesoro en la confitería que lleva su nombre. Seguro que a más de uno le suenan y además, si los quisisteis comprar en algún viaje a Lisboa, recordaréis la cola que hay que hacer en la tienda para conseguirlos.
Estos dulces comenzaron a comercializares nada menos que en 1837, y proceden de una receta secreta del convento del Monasterio de los Jerónimos, cuando a consecuencia de la Revolución Liberal ocurrida en 1820, todos los conventos de Portugal se cerraron expulsando a monjes y trabajadores. Fue uno de ellos que a modo de supervivencia, comenzó a fabricar en una pequeña tienda estos deliciosos pastelitos a partir de la receta que utilizaban en el convento.
Es, sin duda, el postre más conocido de la cocina portuguesa, pero, como veréis, hacerlos en casa es más fácil de lo que aparenta.
Comenzaremos extendiendo la masa de hojaldre y cortando con un vaso o cortador de galletas círculos del mismo diámetro que la base de un agujero de molde de muffins o magdalenas. Los dejamos en la nevera. Por otra parte, en un cazo ponemos el agua, la canela en rama y el azúcar y hacemos un almíbar espeso. Lo dejamos reservado mientras que enfría ligeramente.
En otro bol mezclamos las yemas con la maicena, le añadimos la nata caliente, removemos y lo pasamos todo a un cacito cociéndolo como si fuese una crema hasta que espese, pero sin que llegue a hervir. Le añadimos en chorro fino el almíbar, removemos y lo colamos para una jarra.
Engrasamos con mantequilla fundida las cavidades del molde de muffins y le ponemos en cada base un disco de hojaldre. Rellenamos hasta la mitad con la mezcla anterior y horneamos a 200 grados durante 20 minutos. Servimos espolvoreados de azúcar y canela en polvo.
Con qué acompañar los pastéis de nata portugueses
Ya no hará falta viajar hasta Lisboa para degustar los exquisitos pastéis de nata. Disfrúta de su textura suave y fundente en tu casa acompañándolos de una copita de Oporto o cualquier bebida de tu gusto. Aunque son tan deliciosos que tal cual y recién sacados del horno es como mejor están.
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