Puede parecer que hacer un bocadillo de jamón ibérico no tiene mérito, pero no es tan fácil como parece hacer el mejor bocadillo de jamón ibérico, así que nosotros vamos a intentarlo. Lo primero, como daréis por hecho, es tener un buen jamón ibérico, claro.
Ya os contamos en su día cuáles son las distintas categorías dentro del jamón ibérico y lo que suponen los distintos precintos (negro, rojo, verde y blanco) y cómo las dos primeras categorías están en los animales que más bellota han consumido y más en libertad han crecido.
Teniendo claro cuál es el mejor jamón es más fácil advertir cómo se hará el mejor bocadillo. Si tenéis loncheados, perfecto; si tenéis un jamón en casa, perfecto —pero echad un vistazo a cómo cortar un jamón—; o si os lo han cortado en la charcutería, perfecto también.
En este caso, aparte del cerdo amigo, también vamos a utilizar un pan especial (que se puede encontrar más fácilmente de lo que creéis), un buen tomate y aceite de oliva virgen extra para redondear la jugada que apaña aperitivo, desayuno o meriendas.
Tostar el pan de cristal en plancha o tostador. Pintar ligeramente con aceite de oliva virgen extra no muy intenso en base y tapa.
Esparcir una capa fina de tomate rallado con una cuchara en base y tapa. Disponer el jamón ibérico sobre la base, cubrir con la tapa y disfrutar.
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Con qué acompañar el bocadillo de jamón ibérico
Directo al Olimpo de bocadillos y bocatas, este ejemplar con jamón ibérico comparte pedestales con el serranito, con el pepito de ternera, con el bocata de calamares, con el bocadillo de bonito y mayonesa, la brascada valenciana o el bocadillo Almussafes.
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