La cultura culinaria catalana está construida, entre otros cimientos, sobre la legendaria base payesa del pa amb tomàquet, pero eso no significa que sea la única estrella de una cocina en la que concurren pan y tomate.
Una fórmula magistral para triunfar este verano en playa, campo y sierra –como firmaría el mítico personaje de Andrés Guerra en Aquí no hay quien viva– es este bocadillo de origen campesino de Terres de L'Ebre y que solo necesita tres ingredientes: pan, tomate y sardinas frescas.
Aprovechando la coyuntura veraniega y sus jugosas sardinas, esta receta puede ser de cocina, pero también de puro aprovechamiento. El sistema es bien sencillo: coger un panecillo, cortarlo a la mitad, quitarle la miga y rellenarlo con tomate y sardina.
La versión purista invita a asar unos tomates a la brasa, dejando un hueco en el fuego a las sardinas, pero lo puedes hacer en casa perfectamente cocinando a la plancha un par de tomates y haciendo lo propio con el pescado.
Si aún así no estás por la labor de encender el fuego, tampoco pasa nada porque la clocha (o clotxa), que así se llama el bocadillo en cuestión, es tan amable que permitiría que recurramos a las conservas para resolverlo.
En este caso, lo único que deberías hacer es, por ejemplo, utilizar un bote de pisto –propio o ajeno– y una conserva de sardinas en aceite (o sardinillas) y preñar el pan en cuestión, rematando la jugada con un buen chorro de aceite de oliva virgen. Imposible dar más por menos.
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