Sencillos de preparar y con muy pocos ingredientes, los amarguillos de almendra son de este tipo de galletitas de siempre que enamoran desde el primer bocado.
Los amarguillos son uno de esos dulces sencillos y a la vez cargados de tradición que han pasado de generación en generación. Ligados a la repostería conventual, y muy populares en distintas regiones de España, estos pequeños bocados se caracterizan por su inconfundible sabor a almendra y su textura ligera, crujiente por fuera y tierna por dentro, también con la herencia árabe en sus orígenes y evolución.
Lo especial de los amarguillos es que se elaboran con muy pocos ingredientes, básicamente almendra, azúcar y huevo, lo que los convierte en un ejemplo perfecto de cómo con pocos ingredientes y con la mínima complicación se pueden lograr recetas excelentes. No es de extrañar que haya tantos dulces similares, no solo en nuestro país, sino también en otras zonas mediterráneas, como ocurre en Italia con las galletas amaretti.
Primero mezclamos la harina de almendra con el azúcar glas en un cuenco amplio.
Batimos los huevos y los agregamos a la mezcla anterior removiendo con una espátula de silicona hasta obtener una mezcla homogénea.
Pasamos la masa a una manga pastelera y forramos la bandeja del horno con papel sulfurizado.
Ponemos montoncitos de la mezcla y los aplastamos ligeramente. Colocamos una almendra sobre cada montoncito y horneamos los amarguillos durante 14 minutos a 175ºC.
Con qué acompañar los amarguillos de almendra
Estos bocaditos son ideales para acompañar la sobremesa, y para servir como detalle en una mesa de dulces. Combinan muy bien con el café, por ejemplo con un café bombón o un más italiano café macchiato. Algún vino dulce, como una copa de vino de Oporto, también es un buen maridaje.
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