Septiembre no es un mal mes, pero sufre del síndrome de la comparativa. Venir de agosto y de las vacaciones supone un varapalo tremendo al ánimo y a la cartera, motivo por el que hacemos que septiembre pague buena parte de los platos rotos.
Por eso, con algo de paciencia y maña, podemos ser un poquito estoicos en la cocina con recetas baratas, rápidas y que además nos permitan ciertas alegrías como la que supone este revuelto de gambas.
Clásico de los ochenta y noventa en los menús de día, el revuelto de gambas navega, como habría firmado Enrique Bunbury, 'entre dos tierras', pues es lo suficientemente cotidiano con el huevo como para entrar en la dieta a menudo, y lo suficientemente lujurioso, con gambas o langostinos, para ser un cierto capricho.
Lo cierto, sea capricho o no, es que es una receta fácil y sencilla para conseguir una cena con una buena cantidad de proteína –por partida doble–, mucho sabor y que lo mismo puedes hacer con unas gambas frescas o con unas gambas ya cocidas e, incluso, con cualquier tipo de gamba que hayas descongelado.
Ciencia, ninguna, como podéis interpretar. Solo hay que saltear brevemente las gambas troceadas y, tras reservarlas y en la misma sartén, añadir un poco de aceite, añadir los huevos batidos, procurando que queden cremosos. Algo a lo que podéis contribuir con una pizca de nata o una pizca de mantequilla.
Cuando los huevos estén en su punto, reintegramos las gambas, dejamos que se mezclen ligeramente un par de minutos, a un fuego suave, para que los huevos no queden secos, y ya solo tendremos que emplatar para triunfar.
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