El sur de Santiago está cambiando. La que durante décadas fuera la zona de ambiente universitario por excelencia ha visto como, con la reducción del número de alumnos, su atmósfera se transformaba. Muchos de los residentes “de toda la vida”, es decir, de aquellos que se hicieron con pisos en los años 60 y 70, se han jubilado y, en algunos casos, han dejado la ciudad para volver a sus pueblos de origen. Los pisos de estudiantes que antes aparecían en todos los edificios del barrio son hoy cada vez más un recuerdo y han dejado espacio para un cambio en estas calles.
Así, poco a poco, esas capas de población habitual hace unas décadas, aún presentes aunque en menor proporción, se han visto complementadas con la llegada de población trabajadora más joven y, sobre todo, con comunidades inmigrantes que han enriquecido el tejido hostelero de la zona. Donde en los 80 abundaban los bares tradicionales, los mesones y las churrasquerías -lo sé bien, porque crecí allí- hoy no son extraños los restaurantes chinos o peruanos, las cafeterías ecuatorianas, las pizzerías argentinas, las tiendas de productos coreanos o las casas de comidas colombianas.
El baghrir es un tipo de crepe tradicional en Marruecos y un habitual en los desayunos del Nómada
Tal es el éxito de esta fórmula que, entre cafeterías que sirven arepas y supermercados orientales, la tendencia ha desbordado el Ensanche clásico para extenderse hacia los barrios al sur, como el de Santa Marta.
Es aquí precisamente donde hace menos de un años abría sus puertas sin hacer demasiado ruido un local nuevo, Nómada, que rápidamente se convirtió en uno de los imprescindibles del barrio y que, a pesar de que hablamos de una zona residencial sin un atractivo turístico particular, ha conseguido que cada vez más gente de otras partes de la ciudad se desplace hasta aquí para comer o desayunar.
Las razones del éxito son varias. La primera es, curiosamente, la ubicación. En un primer momento, el local, en una calle en escaleras, no muy visibles desde las avenidas principales, puede parecer un lastre, pero lo cierto es que ha acabado por jugar a favor del negocio. Frente al tráfico y el bullicio de Rosalía de Castro o de la Avenida de Barcelona, esta pequeña Rúa da Milagrosa ofrece tranquilidad, silencio y un rellano entre tramos de escalera que se convierte en el lugar perfecto para una terraza apetecible.
Los panes planos, clásicos de la cocina marroquí, se elaboran en el local
Por otra parte, la calle no es turística ni comercial, es verdad, pero está estratégicamente situada entre dos de los principales hoteles de esta parte de Santiago, a un paso del campus universitario y de otros centros formativos. Y por si con eso no hubiera suficiente, el Camino Portugués a Santiago discurre, en su tramo final, apenas a 30 metros de la puerta del negocio. Todo eso se suma para dar lugar a una clientela ecléctica de gente del barrio, estudiantes, profesionales de paso en la ciudad, peregrinos y profesores que disfrutan del menú entre clase y clase.
Y así es cómo este local, poco visible, aparentemente no demasiado bien situado, tiende a llenarse los mediodías, pero también en las mañanas de los fines de semana, cuando triunfa con sus desayunos.
La pastila individual no puede faltar en el menú
Porque son estos, los bocados mañaneros, pensados para acompañar un té o un café, los que primero comenzaron a dar que hablar entre los comensales: brunch con la oferta clásica de tostadas con aguacate, hummus, revuelto y bagels de este tipo de establecimientos, además de batidos, croissants, chocolates y bowls. Y junto a ellos, panes marroquíes como el msaman, el baghrir o el harcha que, como la pequeña selección que tienen de dulces del norte de África, no son fáciles de encontrar en ningún otro local de la ciudad y se convierten en uno de los hechos diferenciales de este negocio.
La otra gran baza del local son los menús del día, propuestas de cocina casera marroquí sencilla con un precio contenido, quizás un par de euros más alto que el de los menús de cafetería al uso, pero también más cuidado que muchos de ellos.
En él no es raro encontrar, para comenzar, propuestas como la harira, una sopa con tomate que suele incluir legumbres y carne, el pisto de pimientos, la muhammara o el hummus casero, acompañado de panes planos que también se elaboran en el local. Antes, llegan a la mesa unas aceitunas aliñadas, con un toque especiado y picante muy agradable.
En los principales no suelen faltar el cuscús, la pastela, que se elabora con pollo y en porciones individuales o un apetecible tajine de albóndigas. Y de postre, los mismos dulces marroquíes que puedes pedir para acompañar tu café en cualquier otro momento del día.
Las pastas tradicionales pueden ser el final perfecto para un menú, pero también acompañar a un café
Todo esto, la posibilidad de desayunar en una terraza tranquila y con una oferta diferente -un café con leche y un baghrir con miel, por ejemplo- y de tomar un menú asequible que se sale de lo frecuente en otros locales, que buscan solamente mantener los precios ajustados -jamón asado, pescado normalmente congelado, filete de lomo de cerdo o de pechuga de pollo- y permite explorar otros sabores, hacen de Nómada una alternativa sin pretensiones, pero muy apetecible.
Encontrarse con esto, además, en un barrio que hasta hace poco contaba con una oferta hostelera no demasiado variada, a la que le costaba salir de la clásica cafetería de clientela local y oferta más o menos previsible, es aire fresco en una zona de Santiago que, poco a poco, se redefine.
Nómada no pretende revolucionar nada, ni convertirse en el local de moda. Simplemente es un local con una oferta sencilla, pero sabrosa que hace las cosas a su estilo y propone una alternativa a los formatos más comunes; un espacio discreto, pero acogedor, en el que vale la pena hacer una parada si estás por la zona o si, sencillamente, quieres explorar la vida del día a día de un barrio residencial de la capital de Galicia.
Nómada Café
- Dónde: Rúa da Milagrosa, 2. Santiago de Compostela
- Precios medios: Desayunos 6-12€. Menú: 20€
- Horarios: Cierra sábados. No da cenas.
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