Por desgracia, la temporada de albaricoques dura muy poco. Así que cuando llegan al mercado aprovecho para conseguir ejemplares de calidad y elaborar todo tipo de recetas con ellas, y comerlos a todas horas, por supuesto. Una buena manera de disfrutar su rico sabor todo el año es elaborar mermelada de albaricoque a la vainilla.
Seguro que en cada casa se tiene una rutina diferente para hacer mermeladas. Yo uso la misma técnica prácticamente para todas, pues me da siempre resultados excelentes. Suelo utilizar una baja proporción de azúcar ya que elijo fruta muy dulce, y me gusta que queden ligeros trocitos al final. La clave está en emplear buenos albaricoques maduros.
Lavar bien los albaricoques y desechar los huesos. Trocearlos y disponerlos en una olla grande. Abrir las vainas de vainilla y sacar las semillas con un cuchillo de punta. Añadir el azúcar y la vainilla, semillas y vainas, a la fruta y mezclar bien. Tapar con un paño limpio y dejar reposar por lo menos tres horas, removiendo de vez en cuando.
Para esterilizar los botes a mí me gusta usar el horno. Lavarlos bien con agua caliente, secar un poco y colocarlos en la rejilla del horno. Poner la temperatura a unos 150ºC, dejarlos unos minutos, apagar el horno y reservarlos dentro en caliente. Mientras tanto hervir las tapas en una cazuela con agua unos 10 minutos. Escurrir y secar bien.
Poner al fuego la olla con la fruta y llevar a ebullición. Incorporar el zumo del limón y retirar las vainas de vainilla. Empezará a espumar, podemos retirar esa espuma si es abundante. Remover bien, bajar el fuego y dejar cocer a fuego lento durante unos 30-45 minutos. Vigilar y dar vueltas de vez en cuando.
Mientras tanto, introducir un plato pequeño en el congelador. Cuando la fruta esté bien cocida y blanda, machacar un poco con una espátula o cuchara de madera para deshacer parte de los albaricoques. A mí me gusta dejar partes enteras de fruta. Continuar cociendo a fuego lento hasta que haya reducido y esté bien espeso.
Si vamos a usar gelificante, proceder según las instrucciones del fabricante. Para emplear agar-agar en polvo, basta con disolver dos cucharadas en agua fría e incorporarlo a la olla, removiendo bien. Probar el punto de espesor poniendo una cucharadita en el plato que tenemos en el congelador.
Apagar el fuego y dejar reposar unos minutos mientras disponemos los botes para llenarlos. Con mucho cuidado, sacar los tarros todavía calientes del horno, de uno en uno. Llenarlos casi hasta arriba, tapar bien y poner inmediatamente boca abajo. Continuar con el resto. Dejarlos así varias horas, para que haga el efecto vacío.
Para almacenarlos más tiempo y de forma segura, esterilizarlos ya bien cerrados en una olla cubierta de agua hirviendo, con unos trapos en el fondo para que los tarros no se golpeen entre sí. Etiquetar y guardar en un lugar oscuro y seco.
Con qué acompañar la mermelada
Si se han esterilizado y guardado los tarros bien, la mermelada de albaricoque a la vainilla nos aguantará en perfecto estado varios meses. Es una mermelada muy versátil, deliciosa untada en buen pan, sola o con mantequilla, o como acompañamiento de carnes. También es perfecta para rellenar dulces y tartas, o para dar brillo a los pasteles con fruta.
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