Una dieta para sanarlos a todos... Una dieta para atraerlos a todos y atarlos a la salud

Una dieta para sanarlos a todos... Una dieta para atraerlos a todos y atarlos a la salud
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¿Quién no recuerda esta frase del Señor de los Anillos? Forma parte de nuestra cultura, casi como “En un lugar de la Mancha…”. La he adaptado a las dietas para señalar algo importante. Al igual que el anillo único, la dieta única es un mito. No existe, ni existirá.

Hay una tendencia habitual en dar recomendaciones nutricionales únicas o comunes aplicables a toda o la mayoría de la población. Sin embargo, estas recomendaciones esconden algunas simplificaciones importantes. Por ejemplo, y sin ir más lejos, hablan de reducir el consumo de grasas, y/o de comer X veces al día. La cuestión es ¿tienen base científica, antropológica o evolutiva?

Como hemos visto en los capítulos de las grasas (I, II, III y IV) no todas las grasas son iguales. Podemos bajar el consumo de grasas al 20%, pero si esas grasas son todas insaturadas del tipo omega-6 tendremos problemas. De la misma forma, si aumentamos el consumo de hidratos de carbono como azúcar o harinas refinadas también tendremos un problema.

La cuestión con las recomendaciones genéricas nutricionales es que tratan de simplificar un sistema muy complejo, como es la nutrición. De ahí, que siempre surjan nuevas dietas, dietas milagro y que haya debate sobre cuáles funcionan y cuales no. La realidad es que no hay una respuesta única.

Es más, nuestro propio organismo cambia con el tiempo, y lo que a ciertas edades nos iba bien o nos funcionaba, en otras es completamente distinto.

Algunos ejemplos Antropológicos

Los esquimales que siguen sus costumbres tradicionales, tienen una dieta en la que están totalmente ausentes los vegetales. Sin embargo, presentan una incidencia coronaria bajísima, y unas variables de obesidad normales,

¿Cómo es posible? Por supuesto, podemos pensar en una adaptación específica de estas poblaciones a estas dietas. Sin embargo, occidentales que han vivido con ellos, también mejoran algunos aspectos de sus salud. De hecho, cuando los esquimales se “occidentalizan” todos sus marcadores de salud empeoran. En el caso de los esquimales, su “secreto” podría tener mucho que ver con que las grasas que ingieren son ricas en vitamina E y omega-3.

Ahora pasemos a los kitavanos. Estos habitantes de las islas del pacífico, basan su dieta en un 70% de hidratos (principalmente tubérculos y frutas), grasas saturadas (provenientes del coco) y algunas proteínas (principalmente de pescados). También tienen unos excelentes indicadores de salud. Se desconocen los problemas cardiovasculares, el cáncer y mantienen una buena salud mental hasta edades avanzadas. Aquí tenéis más información (en inglés).

Los Masai, tienen una dieta muy basada en grasas, lácteos fermentados y carnes animales. En general, también están delgados y sanos, y solo tras adoptar una alimentación más occidental empeoran. Además, tienen mucha variabilidad genética. Es decir, no es que estén especialmente adaptados a una dieta. Por cierto, fijaros en la dentadura del joven masai de la foto

Masai

¿Cómo es posible que una población con un 80% de grasas esté sana y otra población con un 80% de hidratos también?

Por supuesto, todas estas poblaciones tienen una característica común. Ninguna incorpora en sus dietas alimentos procesados. Se basan en cultivos locales o caza local que está exenta de muchos de los antinutrientes que nos encontramos en muchas otras dietas.

Factores Genéticos y Temporales


Un ejemplo muy conocido es el de la imposibilidad de digerir la lactosa. Ese hecho también parece estar relacionado con ciertas poblaciones. En concreto, algunas poblaciones del norte de Europa puede que no estén adaptadas, simplemente porque la ganadería no llegó hasta esas latitudes hasta mucho más tarde. Es decir, cada uno tenemos factores genéticos particulares de los que tenemos que ser conscientes.

Otro factor a tener en cuenta es que nuestro organismo cambia con el tiempo y con el nuestro metabolismo y cómo reaccionamos a ciertas dietas. Lo que en ciertos momentos de nuestra vida nos iba bien, puede que ya no nos funcione. Por ejemplo, está demostrado que dietas muy altas en azúcares, van dañando a las células beta del páncreas y por tanto, afecta a nuestra capacidad de secretar insulina. Esto con el tiempo podría llevar a diabetes. Lo que nuestro cuerpo toleraba de jóvenes, ya no lo aguanta a los 40.

Aunque compartimos una genética común, no todas las poblaciones ni todos los individuos van a responder de la misma forma a una dieta. En muchos casos es más importante indicar aquello que debemos evitar que aquello que debemos tomar. Poner énfasis en comer X veces al día, o desayunar siempre, o comer más fruta, puede ir bien a ciertos individuos, pero no tienen por qué funcionar en todos.

Cada uno debemos buscar nuestro camino e ir adaptándolo a lo que nos funciona, siempre tratando de basarnos en información contrastable, y haciéndonos esta pregunta, ¿esto que estoy comiendo lo hubiera comido un antepasado de las Cuevas de Altamira? Es una pregunta con trampa claro.

Imagen vía | Por doozzle, Por kevinzim
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