La concentración de mercurio en el atún sigue sin disminuir después de 50 años

A pesar de haberse reducido la emisión de metales pesados en los océanos, no disminuyen las concentraciones de mercurio en el pescado

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La presencia del mercurio y otros metales pesados en océanos y mares lleva décadas preocupando a la comunidad científica, que alerta sobre las consecuencias que puede tener tanto en los propios ecosistemas como en la salud humana. Aunque su emisión se ha reducido en los los últimos años, una reciente investigación constata que el mercurio presente en pescados como el atún sigue sin disminuir.

Así lo afirma el trabajo Stable Tuna Mercury Concentrations since 1971 Illustrate Marine Inertia and the Need for Strong Emission Reductions under the Minamata Convention ('Las concentraciones estables de mercurio en el atún desde 1971 ilustran la inercia marina y la necesidad de fuertes reducciones de las emisiones en el marco del Convenio de Minamata'), dirigido por la investigadora Anaïs Médieu y publicado hoy en la revista Environmental Science & Technology Letters.

Según este trabajo, la concentración de mercurio presente en el atún se ha mantenido dentro de cifras estables entre los años 1971 y 2022, a pesar de que se han reducido las emisiones de este metal por actividades humanas en el mismo periodo en todo el mundo. Son más de 50 años sin que los datos reflejen una mejora de la situación, y que apunta a la necesidad de cambiar la estrategia a medidas más agresivas que permitan un descenso medible y efectivo de las concentraciones de este contaminante en el medio marino.

Los objetivos de disminución del mercurio a nivel global quedaron establecidos en el Convenio de Minamata de la ONU, un tratado mundial para proteger la salud humana y el medio ambiente de los efectos adversos de este contaminante tóxico. Se acordó en Ginebra (Suiza) el 19 de enero de 2013, aprobándose en octubre de ese mismo año en Kumamoto (Japón). No entraría en vigor hasta agosto de 2017.

Desde entonces se prohíbe la explotación de nuevas minas de mercurio y se establecen medidas para reducir su uso, además de promover medidas de control de las emisiones a la atmósfera y de las emisiones a la tierra y al agua, y de la regulación de la minería artesanal. También se encarga del almacenamiento provisional de mercurio y su eliminación una vez que se convierte en residuo.

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Con estas medidas se pretendía involucrar a todos los países que no habían tomado todavía conciencia de los peligros que este metal conllevan para la salud humana y medioambiental, algo sobre lo que la comunidad científica lleva décadas alertando.

Sin embargo, el estudio de Médieu y sus colaboradores demuestra que en medio siglo la situación sigue estancada, por lo que hacen un llamamiento a las autoridades a tomar nuevas medidas más ambiciosas y de manera inmediata.

Enrique Rodríguez-Marín, biólogo especialista en atún rojo atlántico, y científico titular en el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), confirma a través de Science Media Centre España. que el atún es un perfecto indicador de la cantidad de este metal en los océanos. “Los túnidos, y en concreto las especies de grandes túnidos, son predadores apicales que acumulan mercurio porque ocupan niveles altos de la cadena trófica”.

Mercurio Convención de Minamata

En opinión de Joan O. Grimalt, profesor de investigación del CSIC, departamento de Química Medioambiental en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), según también ha transmitido a SMC, el estudio tiene gran interés al demostrar la dificultad de recuperar el mar cuando ya ha sido contaminado. “El mar tiene una gran capacidad de almacenamiento de contaminación, por ello, podemos utilizarlo de vertedero sin que a priori se note mucho. Sin embargo, precisamente por la gran cantidad de contaminantes que puede almacenar, cuando queremos volver atrás, ello no es tan simple”.

Diego Romero, profesor titular en el Área de Toxicología de la facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia, apunta además otro punto sobre el que reflexiona la investigación, el tener en cuenta las consecuencias que puede tener el cambio climático. Un aumento de la temperatura del agua podría modificar la cinética del metilmercurio en las redes tróficas. Por ello, apunta, hay que estudiar la presencia del mercurio no solo en los músculos del atún, sino también en los tejidos y órganos.

Imágenes | TheAnimalDay.org - Beth Macdonald

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