El 25 de abril tiene lugar en la comarca del Bidasoa y otras localidades cercanas en Euskadi una fiesta muy especial, las "opillas" de San Marcos.
El origen de este dulce se cree que tiene su base en las procesiones que en Irún se celebraban por esas fechas. Como era habitual en esas épocas, las procesiones las componían representantes de la iglesia acompañados por paisanos armados que realizaban las salvas.
Pues bien, en estas procesiones cuando llegaba la hora del almuerzo, la comitiva se paraba en alguno de los caseríos que se iba encontrando, pero los curas y las autoridades disfrutaban de una invitación un poco más especial, con platos calientes de "cuchara y tenedor", sin embargo los paisanos acompañantes se tenían que conformar con un panecillo al horno con uno o dos huevos cocidos por encima.
Desaparecida la costumbre de llevar a cabo esta procesión, se mantuvo sin embargo la tradición de los panecillos, que serían las futuras opillas, que se vendían, con más o menos huevos, en las panaderías locales.
Finalmente quedó como una costumbre de que sea la opilla un regalo de los padrinos a los ahijados por Pascua, tradición que se trasladó hasta nuestros días después que una gran dama de Irún se le ocurrió cambiar el pan por un bizcocho mucho más sabroso y regalárselo a su ahijada. La idea tuvo tan buena aceptación que se mantiene hasta nuestros días.
Hoy en DAP os proponemos la elaboración de una receta clásica nada menos que del gran Martín Berasategui, que en su obra "La joven cocina vasca", ya nos regalaba la fórmula de este tradicional pastel del País Vasco. Un bizcocho muy sencillo con el que este año, si os animáis a prepararlo, podéis hacer las delicias de vuestros ahijados.
Comenzaremos mezclando bien la mantequilla con el azúcar en un bol. A esta mezcla le añadimos el limón rallado, la pizca de sal, la almendra en polvo y la cucharadita de levadura química. Volvemos a mezclar bien los ingredientes, pero sin sobrebatir la mezcla.
Incorporamos en tres veces la harina y los huevos, echando 1/3 de los mismos de cada vez. Mezclamos de nuevo sin remover demasiado la preparación.
Introducimos la masa en un molde engrasado de bizcocho de unos 24 centímetros. Horneamos a 175 grados durante 30 minutos o hasta que al pincharlo con una brocheta de madera, esta salga limpia. Sacamos del horno, desmoldamos y dejamos enfriar.
Una vez frío, preparamos la glasa. Para ello, echamos la clara de huevo en un bol y vamos agregando poco a poco sin dejar de remover con unas varillas hasta obtener una glasa consistente. La echamos en una manga pastelera pequeña, le cortamos la punta con unas tijeras y decoramos nuestra opilla por encima.
Finalmente, decoramos con lo que nos apetezca, como distintos adornos de pascua, plumas de colores, pollitos, pequeños huevos de chocolate o incluso chucherías como nubes o gominolas.
Con que acompañar la opilla de San Marcos
¿Qué os parece un buen chocolate a la taza para remojar esta opilla de San Marcos? a nosotros nos parece un planazo para esas tardes de semana santa, y seguro que a vuestros ahijados también.
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