En España, cuando pensamos en comer tomates con cuchara, la cabeza nos dice, como si fuéramos Raffaella Carrà, que 'hay que ir al sur'. Quizá no para hacer el amor, pero sí para descubrir algunos de los grandes éxitos de la cocina española.
Es el caso del gazpacho andaluz, innegociable como la gran referencia tomatera de la gastronomía de nuestro país, pero también sucede con otros platos que han cogido casi igual fama como pasa con el salmorejo. La tercera en concordia en esta relación es la porra antequerana –o de Archidona–, que no ha hecho tanto ruido, pero merece ser conocida.
Sin embargo, hay más recetas con tomate y cuchara en España y una de ellas la encontramos en la cocina balear, concretamente en la isla de Menorca, donde se hace tradicionalmente el oliagua.
No hace falta ser lingüista para ver que las palabras nos trasladan a una mezcla de aceite y agua, pero aquí el tomate es fundamental para elaborar una sopa caliente muy sencilla y accesible que puedes tener lista en poco más de media hora y que es perfecta para tener una transición controlada entre las potentes sopas de invierno y las cremas frías del verano.
El oliagua, como decimos, es muy sencillo y, sobre todo, barato. Se puede hacer en cazuela de barro y fuego de gas, pero también en cazuela para inducción o vitro, que no pasa nada.
En ella ponemos un poco de aceite de oliva y cuando esté caliente, añadimos la cebolla en juliana, los ajos, los pimientos y los tomates pelados. Podéis, si no tenéis, usar tomates en conserva. De hecho, ahora vais a encontrar unos tomates pelatti de Mutti en oferta en Carrefour y El Corte Inglés que son perfectos para esta receta y cuyos detalles tenéis en el link que está más abajo.
Después, sazonamos con sal, pimentón y cocinamos diez minutos. Cuando estén listas, vertemos agua hasta cubrir, sacamos los ajos, los machacamos en un mortero con un poco del caldo y los majamos para retornarlos al puchero. Incluimos perejil picado, llevamos el fuego al mínimo, evitando el hervor y dejamos que se cocinen otros 20 minutos. Si vemos que empieza a espesar, corregimos con agua.
Pasado ese tiempo, dejamos que repose un poco y lo servimos, ya sea en barro o en cazuela, sobre rebanadas de pan que colocaremos en el fondo del plato y permitiendo que el oliagua empape el pan unos minutitos, ya que se puede tomar fría y templada.
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