El cocido madrileño es uno de mis platos favoritos y lo preparo en cuanto deja de hacer mucho calor. Ya que me pongo, suelo hacerlo en grandes cantidades, porque cunde un montón y, sobre todo, se puede aprovechar fácilmente en elaboraciones como la ropa vieja, que está igual de rica o más que el propio cocido.
Como a mi mujer no le gustan mucho los garbanzos, suelo hacer una ropa vieja que casi parece una pringá, con todos los ingredientes muy aplastados, con la consistencia de una pasta.
Este engrudo es ideal para rellenar quesadillas, sándwiches o acompañar unos huevos al plato. Y, claro está, para hacer unas imbatibles croquetas de cocido. Pero, en esta ocasión, se me ocurrió usar los restos para hacer una especie de empanada, usando una lámina de hojaldre de supermercado.
Lo único que hice fue rellenar el hojaldre en frío, doblarlo sobre si mismo, pintarlo con un huevo batido y cocinarlo en el horno durante unos 20 minutos con ventilador a 200º C.
El resultado, no por esperado, estaba menos delicioso. La ropa vieja estaba muy jugosa y el hojaldre crujiente. Nos lo zampamos entre los tres en cuestión de minutos. Yo, además, me dediqué a untar el hojaldre en una salsa picante de habanero, que le venía que ni pintado al invento. Más fácil imposible.
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