El aspecto no será el más apetitoso del mundo, pero es lo que tiene la textura del pollo deshebrado bien embadurnado con una deliciosa salsa a base de pesto y toques de tomate seco. Es una receta bien facilona que nos permite aprovechar sobras del aderezo italiano -o tirar de bote comprado- y preparar una buena cantidad para tomar tal cual o combinar en infinidad de platos.
Podríamos elaborar la receta cocinando las pechugas como nos viniera en gana, por ejemplo a la clásica plancha o usando la comodidad del horno, aunque probablemente nos quedarían algo secas. Hemos seguido, por tanto, los consejos de Arlyn Osborne que además adapta una técnica de nuestro gurú J. Kenji López-Alt, en versión más de andar por casa.
En lugar de invertir en un aparato sous-vide o dedicar tiempo a la típica salmuera, aplicamos una cocción en agua salada a baja temperatura, partiendo desde frío, para asegurarnos de que las pechugas queden bien jugosas y absorban la salsa de esta ensalada. Lo ideal es disponer de un termómetro digital; son baratos y le daremos un buen uso en múltiples ocasiones futuras.
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Combinar el agua con la sal en una cazuela amplia hasta disolverla. Añadir las pechugas de pollo enteras, limpias, y calentar con un termómetro digital para controlar la temperatura. Dejar que el agua supere los 65ºC, bajar la temperatura y mantener por debajo de los 76ºC. Mantener la cocción hasta que al pinchar el centro de la parte más gruesa de cada pechuga alcance los 65,5ºC, unos 25-30 minutos.
Sacar las pechugas del agua y dejar que se enfríen sobre una tabla con papel de cocina o sobre una rejilla, unos 5 minutos, hasta que no quemen demasiado. A continuación, deshebrar con uno o dos tenedores, separando las fibras en tiras del tamaño que se prefiera.
Mezclar en un cuenco todos los demás ingredientes de la salsa con una varillas o cuchara. Añadir los tomates secos en aceite picados al gusto, si se usan, con el pollo deshebrado y remover hasta integrar homogéneamente.
Con qué acompañar la ensalada de pollo al pesto
La textura jugosa de la carne magra de pollo combinada con la sabrosa salsa a base de pesto proporcionan un plato que se devora por sí solo, perfecto para completar un táper de oficina o tener en la nevera y solucionarnos la cena o cualquier almuerzo rápido. Pero podemos ir más allá y convertir esta ensalada de pollo en relleno de arepas, quesadillas, tacos, burritos, sándwiches, bocadillos o incluso crêpes, añadiendo, si nos apetece, más queso.
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