¿Por qué la bollería industrial es tan desaconsejada?

¿Por qué la bollería industrial es tan desaconsejada?
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Nos encanta, es tentadora, de fácil acceso pero a su vez, es como el fruto prohibido. Hablamos de la bollería industrial tan desaconsejada y extendida al mismo tiempo en la actualidad. ¿A qué se debe esta controversia y por qué aun seguimos recomendando evitar su consumo?

La bollería a examen

Para entender un poco más el por qué de la mala reputación que tiene la bollería industrial, resulta clave colocar bajo la lupa la misma y conocer tantos sus nutrientes como otras características de este alimento.

Aunque cada bollo es diferente, en líneas generales la bollería de origen industrial se caracteriza por poseer alta cantidad de calorías concentradas en un escaso volumen. Calorías que derivan sobre todo, de grasas y azúcares.

La calidad de sus grasas es otro factor responsable de su mala fama, pues en su gran mayoría la bollería industrial posee grasas trans que puede tener diferentes efectos nocivos en el organismo y ser más perjudicial que las grasas saturadas o el colesterol.

Por otro lado, no poseen gran cantidad de proteínas ni de fibra, y en contadas ocasiones los bollos ofrecen minerales y vitaminas que el organismo necesita, aunque sí pueden poseer proporciones considerables de sodio, un mineral que debemos limitar para no caer en excesos que perjudiquen la salud.

Claramente, la bollería industrial no tiene mucho de "bueno" para ofrecer al organismo y sus nutrientes predominantes son los que, con frecuencia intentamos limitar en nuestra dieta, sobre todo, si buscamos cuidar la salud.

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¿Por qué es la bollería industrial tan desaconsejada?

Como hemos visto, la calidad nutricional de la bollería industrial deja mucho que desear pero sumado a esto, el efecto que su consumo tiene en el organismo es gran motivo para desaconsejar su ingesta.

Es decir, la combinación de grasas y azúcares es lo que vuelve realmente tentador a un bollo, pues es esta cualidad la que el cuerpo prefiere para almacenar energía de fácil utilización. Y por ello, ante su consumo desencadenamos una respuesta placentera que puede ser responsable de su poder adictivo.

Un estudio publicado en PlosOne ha concluido que tanto el grado de procesamiento de un producto, como la presencia de grasa y azúcares son determinantes del poder adictivo de un alimento, de allí que la bollería pueda ser uno de los alimentos que más nos incentiven a comer y comer y que nunca nos sacien.

Además, los azucares reducen el estrés en nuestro organismo al disminuir los niveles de cortisol en sangre, según han probado científicos estadounidenses, por eso también, la bollería realmente nos gusta y se encuentra entre los alimentos más adictivos.

Sumado a ello, su extendida presencia en los mercados y la amplia oferta que nos rodea, representan estímulos para su consumo que vuelven aun más deseado su consumo, algo que, dada sus características nutricionales, continúa siendo desaconsejado.

Bollos

¿Es mejor la bollería casera?

Hasta ahora hemos visto que la bollería industrial es desaconsejable por su mala calidad nutricional y su poder adictivo que en nada favorecen una dieta que proteja la salud del organismo, sin embargo, ¿es mejor la bollería casera?

La realidad es que siempre resulta mejor la bollería que podemos elaborar en casa que la producida industrialmente, aunque los ingredientes sean los mismos, pues podemos conocer el origen de la materia prima y hornear en menores proporciones lo cual puede disminuir la generación de grasas trans en el producto final.

Por otro lado, solemos conseguir bollos con menos sodio, debido a que en casa, no empleamos aditivos que favorezcan la conservación, ni resalten el sabor o la elevación de la masa.

Además, aunque los ingredientes pueden tener grasas trans de forma natural, éstas no son iguales que las grasas trans artificiales que se generan durante el procesamiento de un alimento, pues en los lácteos por ejemplo, la proporción es mínima comparada con la cantidad de este tipo de grasas que podemos tener en un alimento industrial, y además, podemos reducir aun más la presencia de grasas trans si utilizamos lácteos desnatados.

Asimismo, podemos lograr bollos de mejor calidad nutricional si le añadimos frutos secos o frutas frescas o si reemplazamos parte de la harina refinada por avena o otro cereal integral.

Entonces, sin lugar a duda la bollería casera es mejor que la bollería industrial que tan fácil conseguimos pero tan poco sana resulta para el organismo.

Bibliografía consultada | PlosOne, February 18, 2015, http://dx.doi.org/10.1371/journal.pone.0117959; The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, Volume 100, Issue 6, http://press.endocrine.org/doi/abs/10.1210/jc.2014-4353#sthash.YwAGCJ0k.dpuf.
Imagen | iStock y Pixabay

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