Entre los dulces madrileños tradicionales, poco conocidos fuera de la capital, se encuentran estos pastelitos de base de hojaldre rellenos de almendra y huevo llamados merlitones. Son un bocado exquisito y delicioso que merece la pena rescatar del olvido e incorporar a nuestros recetarios. Fáciles de preparar, en una media hora están listos para ser devorados.
Por el relleno de almendra recuerdan ligeramente a las marquesas de almendra típicas de la época navideña y a la tarta de Santiago, aunque tienen personalidad propia. Es uno de esos dulces que, una vez catado, no se olvida y le da mil vueltas a cualquier modernez de esas que abundan y se ponen de moda en las redes sociales.
Cortamos las masa de hojaldre en discos de 10 cm de diámetro. Engrasamos con aceite o mantequilla las cavidades de un molde de horno para magdalenas. Colocamos los hojaldres en el interior, bien acomodados y dejando que sobresalgan un poco por encima del tope. Pinchamos la base de cada uno con un tenedor.
Tamizamos la harina de trigo junto con la almendra molida y fundimos la mantequilla en el microondas, a potencia baja para que no salpique. Mientras tanto batimos los huevos con el azúcar con unas varillas eléctricas o un robot hasta que estén blancos y cremosos, unos ocho o diez minutos.
Añadimos la mezcla de harinas y mezclamos con movimientos envolventes. Incorporamos la mantequilla fundida y removemos con delicadeza. Rellenamos los hojaldres inmediatamente, sin llegar a la superficie, y llevamos la bandeja al horno, precalentado a 190 ºC con calor arriba y abajo.
Colocamos la bandeja en la parte inferior, para que el calor llegue con más fuerza a la base y el hojaldre se cueza correctamente. A los 20-25 minutos los merlitones estarán dorados por encima y listos para retirar del horno. Los desmoldamos con cuidado, los espolvoreamos con azúcar glas y listos para disfrutar.
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Con qué acompañar los merlitones
Perfectos para la sobremesa, a estos merlitones les sienta de maravilla un café o una infusión. Aunque, si los servimos como postre de una comida o cena especial, y los regamos con un chorrito de crema inglesa caletita seguro que nos hacen la ola.
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