¿Os apetece probar unas pastas diferentes? Pues entonces decidiros a preparar estas galletas de mascarpone y vainilla, un poco crujientes por fuera, pero blandas por dentro. Unas galletas con una cantidad de azúcar equilibrada que hacen que gusten a los golosos y a los que no lo son tanto, pues no resultan empalagosas.
Además, muy sencillas, prácticamente no llevan amasado y ni siquiera hace falta estirarlas, simplemente dejaremos una pequeña cantidad de masa en una placa de horno. Así que ya veis, la típica galleta que no da pereza ponerse con ella y enfrascar un poco la cocina.
Comenzaremos rallando el limón, en un bol ponemos el queso mascarpone a temperatura ambiente, el azúcar, las yemas de huevo, la sal, el extracto de vainilla y mezclamos con una espátula de silicona.
Añadimos la harina tamizada y la levadura química. Mezclamos de nuevo hasta formar una masa blanda. Precalentamos el horno a 180 grados centígrados.
Con dos cucharitas vamos depositando bolas del tamaño de una nuez de masa, en una bandeja de horno forrada con papel sulfurizado. Las aplastamos ligeramente y las horneamos durante 20 minutos o hasta que las veamos doradas. Las dejamos reposar en una rejilla hasta qué enfríen.
Con qué acompañar las galletas de mascarpone y vainilla
Una taza de café o un té es un buen acompañamiento para estas deliciosas galletas de mascarpone y vainilla. Si sois golosos podéis espolvorearles un poco de azúcar glas para que resulten más dulces.
Estas son unas galletas gruesas y blandas, por lo que se deben consumir en un día o dos para que mantengan su textura ideal.